Vía Resumen / La empresa Hochschild Mining PLC se instaló en la región del Biobío a través de una compra del depósito minero de tierras raras que se encuentra en la provincia de Concepción, por 56 millones de dólares, proyecto administrado por la empresa Biolantánidos.
Resumen conversó con organizaciones socioambientales nacionales e internacionales sobre la llegada de esta nueva empresa a la región. Hochschild Mining PLC cotiza en Londres y podría significar el inicio del extractivismo minero a gran escala en la región del Biobío con todos los impactos socioambientales asociados a esta actividad.
El proyecto que ya posee una planta piloto en los cerros de Penco (fotografía principal) era impulsado por la empresa Minería Activa ligada al grupo Larraín Vial, sin embargo, hace poco, el 94% del depósito administrado por la empresa Biolantánidos pasó a propiedad de la firma Hochschild Mining PLC, la cual se presenta como una empresa peruana, pero según las organizaciones socioambientales en realidad actuaria como una transnacional, ya que se encuentra cotizando en la bolsa de valores de Londres.
Según Lucio Cuenca del Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales (OLCA), la minera que llegó a la región del Biobío en el centro sur de Chile «aparece como una empresa peruana pero para efectos formales es lo mismo que hace el Grupo Luksic que tienen casa matriz en Londres, entonces ellos invierten en Chile como si fueran una transnacional y se benefician de los tratados de libre comercio y de las medidas de protección que Chile le otorga a los inversionistas extranjeros, para temas tributarios y todo eso. Entonces puede aparecer como una empresa peruana, pero en realidad para lo formal este proyecto opera desde la casa matriz de Londres, capaz que allá en Londres tienen arrendado una simple oficina en donde tienen una secretaria y un teléfono, y están obligados a hacer una asamblea de accionistas una vez al año».
Por su parte, Sebastian Ordoñez de la organización inglesa War on Want, en conversación con Resumen explicó que la empresa se encuentra «en aquella milla cuadrada donde se encuentran la mayoría de las empresas extractivistas del mundo, la bolsa de valores de Londres».
Ordoñez es parte de una red que se dedica a fiscalizar a estas empresas desde una perspectiva de solidaridad internacional. También buscan prevenir a la población acerca de las consecuencias nocivas de estos proyectos, además de acudir a mecanismos de justicia cuando han habido impactos y abusos.
Según el entrevistado, «el extractivismo minero y la crisis climática son dos caras de la misma moneda, y una reproduce a la otra. La ola de nueva energía que se genera en el norte global, así como el movimiento Rebelión contra la Extinción (Extinction Rebellion), o los estudiantes en defensa del clima encabezados por Greta Thunberg, nos ha permitido hacer una critica mucho mas profunda que vincula y pone en conocimiento los nexos entre el extractivismo minero y la crisis climática, precisamente porque la visión de justicia climática que se está proponiendo en el norte es una visión fundada y que aterriza en las energías renovables y por ende el extractivismo minero que va a suplir los minerales y metales necesarios para esas tecnologías».
En este sentido, la transición hacia una «energía limpia» que están proponiendo en Europa, por ejemplo, implica la destrucción de amplias zonas en Latinoamérica y Chile, a través de la explotación intensiva de los minerales para estas nuevas tecnologías «verdes», como es el caso de las Tierras Raras encontradas en el Gran Concepción y en toda la región del Biobío.
Ordoñez además explicó que la minera Hochschild «lleva transando en Londres desde el 2006, así que es muy interesante que ahora, un poco por fuera de su mercado -ya que es una compañía dedicada a la extracción de minerales más convencionales-, decida invertir 56 millones de dólares en este proyecto de tierras raras».
En esa línea, explicó que «esa visión de la transición reproduce o puede agudizar el modelo extractivista minero, por un lado por esta necesidad o supuesta necesidad material, pero mas que nada porque es una visión que realmente no cuestiona nada, porque no cuestiona los fundamentos de la economía, del modelo social, del modelo de transporte, del modelo energético».
«Tampoco se tocan temas fundamentales como la inequidad, la desigualdad, que van en paralelo a un aumento del extractivismo», agregó Ordoñez, puntualizando que la iniciativa minera «puede llevar a un aumento de combustibles fósiles, como por ejemplo en la bahía de Concepción, en donde se está presionando con este proyecto minero y con dos terminales de gas GNL».
Ordoñez explicó que «el hecho de que en Chile existan las mayores reservas de cobre, que exista una gran proporción del litio del mundo, que exista ese imaginario o ese vinculo tan estrecho entre la minería y el país, significa que se presenta como el lugar donde se va a dar la transición, y a la misma vez se desvincula mucho la destrucción que genera la minería en los acuíferos, en las fuentes de agua, en los territorios en los ecosistemas».
Desde hace años se viene intentando, por parte del mundo empresarial ligado a la minería, explotar minerales de Tierras Raras en el Gran Concepción y el Biobío. Estos minerales son imprescindibles para el desarrollo de la tecnología del siglo XXI. Cabe recordar que Chile no tiene experiencia en este tipo de minería y no cuenta con estudios que puedan demostrar fiablemente que no producirá daños irreversibles al ambiente y las comunidades.