Trabajar con las comunidades locales y sus necesidades, generar reportes desde las municipalidades para identificar focos de nuevos contagios, reestructurar la estrategia de comunicación de riesgo y potenciar y abrir el rol de la ciencia para la gestión de la pandemia, son algunas de las recomendaciones desarrolladas por investigadores de CIGIDEN y el centro de estudios Espacio Público.
La crisis global derivada del COVID-19 ha desencadenado reflexiones y críticas profundas –mucho más allá de la gestión sanitaria– acerca de modelos de desarrollo, democracia, participación y gobernanza, además de cuestionamientos a las limitadas capacidades políticas e institucionales que muchos países han mostrado para enfrentar la pandemia.
Un marco de análisis para mejorar la respuesta y pensar en soluciones estructurales hacia el futuro en cuanto a nuevas y recurrentes amenazas naturales, es la Gestión del Riesgo de Desastres (GRD), aseguran investigadores del Centro de Investigación para la Gestión integrada del Riesgo de Desastre, CIGIDEN y el centro de estudios Espacio Público, en el documento “Pensar la pandemia desde un nuevo enfoque: 6 propuestas para la Gestión del Riesgo de Desastres como marco de acción para la pandemia y la recuperación”.
El documento fue elaborado por Gonzalo Bacigalupe, investigador de CIGIDEN; Rodrigo Cienfuegos, director de CIGIDEN; Luis Cordero Vega, director de Espacio Público; Lucía Dammert, directora Espacio Público; Alejandro Ferreiro, director de Espacio Público; Manuel Inostroza, director de Espacio Público; Juan Felipe López, director de Espacio Público y Manuel Tironi, investigador principal de CIGIDEN.
Los desastres no son naturales
Rodrigo Cienfuegos, director de CIGIDEN, académico UC y unos de los autores del documento, comenta que tanto las Naciones Unidas (ONU) y la Alianza Global de Institutos de Investigación sobre Desastres –GADRI por sus siglas en inglés– han postulado que las amenazas biológicas con potencial pandémico ya están consideradas dentro del marco de acción GRD, y que el trabajo de décadas de investigación e implementación de planes para la reducción del riesgo de desastres, fue bien aprovechado por algunos países, pero ha estado, lamentablemente, ausente en otros.
“Es claro que abordar los desastres y su gestión, diseñando planes y acciones desde cada una de las amenazas potenciales es completamente ineficiente, e incluso impracticable. En las últimas décadas se ha alcanzado un consenso conceptual importante donde se asume que los desastres no son naturales: éstos solo se materializan cuando se conjugan las amenazas (naturales, biológicas o antrópicas) con la exposición –donde construimos, por ejemplo– y la vulnerabilidad social y física de comunidades, bienes, servicios e infraestructura”, explica Cienfuegos.
En ese sentido, el documento aborda 6 propuestas que podrían contribuir a robustecer la Gestión del Riesgo de Desastre, sobre todo pensando en la posibilidad de reestructurar el sistema de GRD en Chile de cara un abordaje sistémico de las distintas amenazas a las que seguiremos expuestos, incluyendo aquellas de origen biológico.
La forma de presentar las seis propuestas, está organizada como hoja de ruta, distinguiendo propuestas inmediatas (para empezar a diseñar e ser implementadas a la brevedad) y propuestas de mediano plazo (de seis a ocho meses más).
A nivel internacional, señala Juan Felipe López, director de Espacio Público, existe consenso de que la gobernanza del riesgo de desastres debe estar en ámbitos mucho más amplios que la emergencia: “Es decir, incluyendo, por ejemplo, la resiliencia comunitaria, la planificación de la infraestructura crítica, el uso estratégico del territorio, y nuestra interacción con el medio ambiente. Así, la gobernanza del riesgo entendida en su forma moderna, puede y debe contribuir al desarrollo sostenible y a la disminución de inequidades sociales”.
En este contexto, los expertos de CIGIDEN y Espacio Público describen una serie de acciones en torno a temáticas como la actualización de la labor de ONEMI y el proyecto de ley que crea la Agencia Nacional de Protección civil, incorporando las amenazas biológicas tal como recomienda la ONU.
Además, sugieren crear espacios para la memoria, gestionar el riesgo y (re) construir desde lo territorial y comunitario, dándole un rol mucho más prioritario a los gobiernos locales: Intendencia, municipios y organizaciones de base.
Para los y las investigadores, reestructurar la estrategia de comunicación de riesgo, potenciar el rol de las ciencias y crear una plataforma pública de datos, también son acciones fundamentales para poder abordar la gestión del Riesgo de Desastre por pandemias.
En este punto, para el desconfinamiento, los expertos recomiendan crear un Consejo Nacional para la Planificación del Desescalamiento y futuras olas pandémicas, que cuente con una subestructura de mesas expertas interdisciplinarias en diversos ámbitos, como recuperación económica y laboral, educación, transporte y movilidad, cohesión social, apoyo psicosocial y estrés post-traumático, entre otros.