Percepción de seguridad o Seguridad para nuestros hijos e hijas

No existe evidencia alguna -ni nacional ni internacional- de que los pórticos detectores de metales reduzcan la violencia o eleven la seguridad de un centro educativo.

Percepción de seguridad o Seguridad para nuestros hijos e hijas

Autor: El Ciudadano

Por Rodrigo Gutiérrez L.

La palabra percepción viene del latín que significa “Per-capere”, que significa “Captar por completo” o “agarrar completamente”. Desde esta perspectiva, la percepción humana se puede entender, según nos dice la RAE, como “La sensación interior de la realidad” (RAE) basada en la información que nuestros sentidos recogen del entorno.

En este sentido, la percepción de seguridad viene a ser algo así como lo seguros o seguras que nos sentimos al realizar algo, interactuar con alguien o al estar en un determinado espacio. En este caso nuestra percepción de seguridad o inseguridad influirá nuestras decisiones, tales como subir o no a un juego mecánico, pasar o no por determinada calle, enviar o no a mi hija al colegio; todo según cuán seguro me siento en el juego, transitando la calle o a mi hija en su escuela.

En estos días hemos visto cómo el alcalde de Temuco se ha hecho presente por todos los canales de televisión con su Plan –Piloto– Integral de Seguridad Escolar, que implica la instalación de pórticos detectores de metales en establecimientos educacionales para revisar a los y las estudiantes y sus objetos personales, medida que tiene al municipio confrontado con la Superintendencia de Educación Escolar, que se ha pronunciado indicando que es una medida ilegal y discriminatoria.

Por su parte, en sus entrevistas el jefe comunal se ha encargado de dejar absolutamente en claro que estos pórticos “No solucionan el problema de seguridad”, pero ayudan a “Elevar la percepción de seguridad de los padres”, “Dar más tranquilidad a las familias”. De esta manera, la autoridad hace una valoración explícita de la antes mencionada “Percepción”, del “cómo se sienten” padres, madres y apoderados, considerando una necesidad fundamental que dicho sentir sea positivo, en este caso más seguro, y a fin de ilustrar este problema refiere a la sensible situación de apuñalamiento sufrido por un estudiante en 2024 y el sentir de sus padres, quienes según indica, “Tienen miedo de enviarlo al colegio” y para quienes los pórticos serían la respuesta que revertiría este temor.

Por otro lado, un punto más “objetivo” de justificación para la instalación de detectores, dice relación con el explosivo aumento de la violencia escolar, evidenciada en el incremento del 60% de las denuncias por violencia ante la Superintendencia, frente a lo que según él y sus colaboradores serán los pórticos también, junto con otras acciones, las medidas que ayudarán a reducir estos niveles de violencia sin precedente.

En síntesis, según el alcalde de Temuco los pórticos no resuelven los problemas de seguridad, sin embargo, la medida se justificaría porque eleva la «percepción de seguridad de los padres” al tiempo que serían coadyuvantes en la batalla por la reducción de la violencia escolar.

¿En realidad a los padres, madres y apoderados les interesa que se tome medidas para elevar su percepción de seguridad, o requieren medidas que hagan más seguras y menos violentas las comunidades educativas?

No existe evidencia alguna -ni nacional ni internacional- de que los pórticos detectores de metales reduzcan la violencia o eleven la seguridad de un centro educativo. Sólo sabemos que detectan metales y entre estos, armas de composición metálica; pero también sabemos que si nos encontramos en entornos en donde la violencia es la forma legítima de resolver conflictos, si no es con un cuchillo el arma para dañar a un compañero compañera o docente, podrá ser una tijera, como vimos en Temuco en marzo del año pasado, o un escobillón, como sucedió hace pocos días en Trehuaco; todas situaciones para las que un detector de metales no habría ayudado en nada. Una porque las tijeras son parte de los materiales escolares, otra porque ni escobillones, ni sillas, ni mesas se pueden erradicar de las instituciones educativas. O sea, que la percepción de seguridad nos perduraría hasta que la realidad confirme que el problema no radica en “con qué se agrede”, sino en la cultura de la violencia social y escolar, ante lo cual los pórticos no tienen nada que hacer.

Por otro lado, resulta complejo el análisis del edil cuando refiere al temor de los padres de mandar al hijo que fue apuñalado ¿Si a usted le apuñalan su hijo o hija, se sentiría más seguro(a) si le dicen que mañana instalan un detector de metales? Al menos yo no, porque tendría claro que, si aún hay personas que lo quieran agredir, y la escuela no tiene procedimientos confiables o efectivos para evitarlo, lo harán de todos modos, ya sea improvisando armas con un lápiz, compás o lo que sea, o con las propias manos y/o sumando otras manos.

Por último, otro argumento con que el alcalde defiende sus pórticos refiere a la legitimidad democrática de la medida, que habría sido aprobada en una consulta ciudadana (Un sondeo online de una pregunta). Al respecto señala que la medida cuenta con el apoyo de la gran mayoría de los apoderados(as) y demás actores educativos, quienes respondieron afirmativamente a la idea de instalar pórticos detectores de metales como medida de seguridad. Lo que no se dice es que este sondeo fue realizado al poco tiempo de conocidos los dos casos de violencia escolar de alta connotación pública de 2024 en Temuco, situaciones que, aunque excepcionales, como ya hemos visto deben haber hecho lo suyo sobre las percepciones de seguridad de las personas consultadas.

Pero antes de la “consulta ciudadana”: ¿Se les transparentó que los pórticos “no resuelven el problema de seguridad” y que estaba destinada solo a “Elevar la percepción de seguridad de los padres”? ¿Se les expuso que no existe evidencia de la efectividad de los detectores o de los eventuales perjuicios que podrían producir? ¿Se les presentó estrategias de seguridad alternativas en las que se pudiesen invertir los recursos que se destinarían a los pórticos? ¿Se les proporcionó información estadística, idónea y actualizada sobre violencia escolar y su evolución en la comuna? Porque si las respuestas a estas preguntas fuesen afirmativas, sí podríamos referirnos al sondeo como una consulta ciudadana democrática. De lo contrario es solo asistir, en un momento de una particular sensibilidad producto de la excesiva viralización de dos hechos graves de violencia, prácticamente a validar una decisión ya tomada, sin mayores elementos de juicio.

Sobre las tres primeras preguntas solo decir que, hasta donde sabemos, no se habría realizado alguna inducción, al menos con estudiantes y apoderados entregándoles información sobre los pórticos ni respecto de que el objetivo central de implementarlos era para “elevar la percepción de seguridad” y que las familias estuviesen más tranquilas.

Habiendo ya hablado sobre “Percepción” y cómo esta se influía de la información que logramos “captar” del entorno, podemos entonces señalar que las alocuciones de las autoridades municipales de Temuco, dan cuenta no solo de la importancia que asignan a la “percepción de seguridad” sino que además saben muy bien cómo influirla para generar el sentimiento contrario: “Percepción de inseguridad”. Decir al respecto que, en 2024, ya desde cuando el municipio y su departamento de educación entran en campaña pro-pórticos, las autoridades vienen insistiendo en el aumento exponencial de denuncias por violencia escolar ante la Superintendencia, advirtiendo un incremento del 60% en varias de sus entrevistas a medios. ¿O es que acaso alertar insistentemente en los medios sobre la violencia escolar desatada no es un acto de promoción de la “Percepción de Inseguridad”? ¿O será que la exposición permanente de comunicaciones de ese tipo que dice basarse en cifras oficiales no influye acaso en cuán seguros(as) nos sentimos como apoderados(as), docentes, asistentes o estudiantes? Es Obvio. sabemos que influye independientemente de si el dato es real o falso (Chomski, N.; 1988; Herbst, S. 1998; Beck, U. 2002; Klein, F. 2012; entre otros(as)).

A continuación, comparto algunos datos oficiales y verificables, provenientes de registros públicos de la Superintendencia de Educación y sistematizados por Fundación Convivo, que aportarán realidad comprobable a su percepción.

Señalar antes que todo que el peak de la violencia escolar fue el año de vuelta a clases. En 2022 superó ampliamente las cifras de 2019 (Último año de presencialidad), aumentando en un 40% las denuncias por diferentes tipos de maltrato. En la actualidad ya hemos vuelto a cifras similares a 2019.

  • Entre 2022 y 2024 en Chile las denuncias de violencia por “Maltrato entre estudiantes” disminuyó un 39%, bajando de 11.190 a 8.589 casos. (Sumatoria de distintos tipos de maltrato y discriminación. Se excluyen conflicto entre párvulos(as)).
  • En el mismo período, en Temuco las denuncias por “Maltrato entre estudiantes” se redujeron en un 45%, pasando de un total de 33 denuncias en 2022 a 18 en 2024.
  • A nivel nacional el conjunto de denuncias por violencias que constituyen diferentes tipos de maltrato se redujo en un 34% (Entre estudiantes, de adulto a estudiante, de estudiante a personal educativo, entre adultos, etc.).

(Fuente: Reporte de Violencia Escolar en Chile. Cifras de la Superintendencia de Educación. Fundación Convivo. 2025)

Ahora bien, en ningún caso creemos que por positivas que puedan verse estas variaciones, desde el mundo académico, autoridades o las comunidades educativas deban utilizarlas con el fin de elevar la “Percepción de seguridad”. Esto porque si bien estamos más o menos a la par de las cifras prepandémicas, aún nos queda muchísimo por hacer para erradicar la violencia en nuestras escuelas. Asimismo, se debe rechazar su uso como acto político de promoción deliberada de la ya aludida “Percepción de inseguridad” en favor de ofrecer a nuestros niños, niñas y adolescentes -o “a sus padres”- medidas inefectivas, que les ponen bajo sospecha solamente a ellos(as) y que les estigmatizan incluso, a costa de invisibilizar los notables logros que pudiesen alcanzar. Tal es el caso del hoy famoso Insuco, Liceo Tiburcio Saavedra de Temuco, en donde el municipio decidió instalar el tan bullado “Pórtico Piloto” sabiendo que, junto a su homólogo Bicentenario de Temuco, son ambos los establecimientos con menor número de denuncias acumuladas en los últimos siete años en la comuna y que además son una comunidad educativa que ha mejorado sustantivamente sus resultados en materia de “Clima de convivencia escolar”, “Autoestima académica” y “Participación ciudadana”, según el Simce 2024. A pesar de esto, y pese a todos estos méritos por los que pudiese ser reconocido comunal y nacionalmente, se convirtió en el primer liceo público de Chile en que sus estudiantes deben ser revisados para permitírseles el ingreso a sus clases. ¿Qué percepción cree que eso genera?

Por Rodrigo Gutiérrez L.


Las expresiones emitidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad de su autor(a) y no representan necesariamente las opiniones de El Ciudadano.

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