Hasta el 19 de noviembre estará en la cartelera del GAM la obra de danza contemporánea Plazer, del Colectivo en Puja, la cual tiene por objetivo instalar el placer como derecho humano. Con un elenco que apunta a la diversidad generacional, el montaje busca instalar una propuesta crítica y reflexiva, contribuir a la construcción de una sociedad desde el respeto y la empatía y valorar el entorno con una mirada desde la danza, la música y el audiovisual.
Plazer trabaja con herramientas y dispositivos que permiten la accesibilidad universal para diferentes audiencias como personas ciegas, sordas o baja visión. De esta manera, habrá en escena interpretación en lengua de señas chilena, audiodescripción simultánea mediante audífonos inalámbricos y espacio especial para sillas de ruedas.
Sobre el nombre Plazer con z, la directora aclara su propuesta: “Queremos exponer los placeres que no encajan con la norma, inventaremos un ‘plazer’ rompiendo formas ortográficas, estéticas y corporales, cuestionando los límites del concepto instalado por nuestra cultura. Creamos y compartimos uno disidente, rebelde y expansivo”, comenta Rocío Argandoña.
El motivo y metodología de la obra surgió de las biografías y testimonios de los cinco intérpretes y sus percepciones sobre el placer, sus vivencias en relación a él y sus deseos de cómo llevarlo a escena. Así se puso en valor la diversidad que entrega cada intérprete, encontrando distintas perspectivas del placer, como el placer por la contemplación, por recordar, por el erotismo, por el movimiento, por comunicarse, entre otros.
Sobre los cuerpos libres de estereotipos, sus creadoras afirman: “Nuestra cultura, sociedad y el campo de la danza nos ha impuesto un prototipo de cuerpo ‘saludable’, ‘bello’, ‘capaz’, ‘joven’ y ‘ágil’. Y esa misma hegemonía instala cuáles serían las formas de quiénes y cómo sienten placer. Ante esto, nuestra obra se rebela e instala desde su coreografía un elenco trans-generacional y diverso en corporalidades. Con danzas sutiles, invitamos a que cualquier persona se pueda sentir identificada con algune de les intérpretes, instalando empatía desde el movimiento con libertades a la hora de danzar, con una propuesta que hará brotar danzas gozosas”.
“Ha sido una tremenda oportunidad de aprendizaje, de conocimiento, de educación. Nos enorgullece ser parte de un cambio. Si lo llevamos a las artes escénicas, nos emociona el haber aprendido cómo llegar a personas ciegas, baja visión y sordas, seguir indagando más aún, es un camino necesario, poco explorado y potente por recorrer. Esta manera de trabajar vino para quedarse en el colectivo, esperamos motivar a más colegas, compañías, porque somos las trabajadoras/es de la cultura quienes tenemos que generar los cambios”, añaden.
En la puesta en escena, se usan proyecciones de mapping para construir atmósferas, marcar acentos y aportar texturas. En diálogo con el diseño lumínico, se alternan formas abstractas, animadas digitalmente con registros en video de les intérpretes. Además, la música está creada para ser compatible con audio descripción, no trabaja con frecuencias agudas que puedan producir malestar, sino con sonidos graves para generar vibraciones que puedan ser de interés para personas sordas.
Durante la temporada, se dispondrá de un mesón para realizar un “recorrido táctil” 15 minutos previo a la función, el cual brindará un acercamiento a personas ciegas y baja visión a los vestuarios y elementos de la escenografía.