El navegao’ que se calienta en las redes sociales chilenas se viene cocinando hace rato. Con su olor a cultura pop, y con su cuerpo lo-fi moderno, hace a las personas servirse más y más vasos. Su sabor fragmentado, que son como pedacitos de Instagram y Snapchat, tiene algo de fútbol, fotos de perritos y estética Vaporwave. Una receta que supera al vino tinto mezclado con naranja y canela. Algo que se creía imposible.
Un día los pensadores de izquierda se reunieron en Facebook a conversar, fumar marihuana y beber. La idea era entregar un ingrediente más al consumo adicto de imágenes e ídolos, así que el shitpost se trajo desde México y Estados Unidos. Primero fueron el Profesor Rossa y Guru Guru, o Fredderick Sánchez y Duderini, incluso la Jueza y Pamela Lagos se convirtieron en personajes de doramas. El orden natural de las figuras por pervertir.
Como es imposible no reírse de Luis Jara, se convirtió en meme. Hoy “Lucho Jara Egoposting” tiene casi 40.000 “Me Gusta”. La página “Las nuevas aventuras de Condorito”, está cerca de alcanzar los 50K. La identidad de los chilenos editada con Photoshop y Paint.
EL NUEVO HUMOR POLÍTICO
En el mundo de internet se pulsean el hiperrealismo con el glitch gráfico. Las selfies con los filtros. Shrek y los Minions. Pero como era obligación pervertir, sacar todo de contexto y crear nuevas realidades, tocó jugar con la politiquería chilena.
Así los memes explícitamente ideológicos se instalaron en los timelines y grupos de Whatsapp. Los jóvenes ya no se reían de BKN del Mega o los monitos del 13, ahora el chiste son Piñera, Ossandón, Kast y Guzmán. ¿Y cuándo no lo han sido?
Los próceres de la Nueva Mayoría y la nueva izquierda también son mutilados. Igual son un chiste, pero uno más fome. Gracias a páginas como “Memes después de la transición”, “Soft liberalism for alt right teens” o “????? ShitpostBoys 1899”, la discusión política al fin se instaló en los computadores y celulares del pueblo.
Haciendo historia, la culpa es de las elecciones presidenciales. De eso no hay duda. Pero un politólogo en la radio diría que es más que eso, que responde al desencanto por el sistema político. Una tendencia global. Solo un reflejo de lo que pasa en el mundo. Un liberal diría que la oferta ha respondido con grandeza la demanda. Igual como lo hace el sistema económico chileno. Una propaganda durante el reality de turno nos mostraría un veinteañero de La Florida, que le explica a su mamá que “reírse de los fachos nunca ha sido tan fácil”, con risas grabadas de fondo.
¿Qué importa?
Ya no es tan difícil imaginarse a Joaquín Lavín como un líder autoritario Steampunk, o a Beatriz Sánchez siendo una protagonista de Game Of Thrones. El shitpost es libre y colectivo, y su perfeccionamiento estético evoluciona día a día.
Solo está pendiente medir su importancia en la realidad away from keyboard; al menos en la red es tendencia y debate. ¿Tan ridículo es pensar que un movimiento como este tenga un impacto real en los votos, o solo es un vasito más de navegao’?
Por Andrés Peña Mellado, periodista autónomo