Benito Cumilaf recuerda que conoció por vez primera el castellano cuando arribó a la escuela, en la década de los 80. Junto a su familia vivía en Pichiwinkul, en el sector rural de la comuna de Padre Las Casas. Todos eran hablantes nativos de mapudungun. “En mi entorno daba plancha hablar mucho castellano”, cuenta. “Los protocolos, los juegos, los apodos, las bromas, todo era en mapudungun. Paulatinamente vimos que eso se fue quedando atrás. Hoy niños hablantes nativos deben ser contados con los dedos de una mano, si es que los hay”. Si bien no recibió los castigos por hablar su lengua, que la generación de sus padres y abuelos sí conoció en la escuela, aprender castellano fue obligatorio. “Nadie nos preguntó”, dice quien hoy es presidente de la Inarumen Mapuzugun Wallmapu mew, es decir, la Academia Nacional de Lengua Mapuche, sentado en su oficina, a pocas cuadras del cerro Ñielol, en Temuko.
“Desde el punto de vista cuantitativo todas las investigaciones y encuestas muestran, con algunas variaciones, que el mapuzugun es una lengua en retroceso”, señala Viktor Naqill, historiador mapuche y candidato a doctor en Ciencias Políticas por la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB). “Una encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP), de 2006, estableció que sólo el 24% de la población mapuche habla la lengua. Los datos de la CASEN del mismo año indican 22,8%”. Hoy por hoy, Naqill prepara su libro “Mapuzugun, la lengua del País Mapuche: Su historia y su futuro”, donde analiza los factores que intervendrían en la gradual disminución del idioma. A su juicio, entre castellano y mapudungun existe una diglosia, es decir, una lengua posee mayor valor social que la otra: “Mientras el castellano es la lengua de la escuela, de la administración y de los medios de comunicación, el mapuzugun es usado en estos espacios en niveles mínimos o no existe. Si encendemos la radio y la televisión en Wallmapu, nos encontraremos con castellano y no mapuzugun”.
El 18 de febrero pasado, un día antes de una nueva marcha por los derechos lingüísticos en Temuko, convocada por diversas organizaciones mapuche, Andrés Jouannet, intendente regional, declaró que estaba a favor de la oficialización del mapudungun y que para esto se efectuaría un proceso de consulta indígena, estipulado en el Convenio 169 de la OIT. “Queremos hacer las cosas bien y eso significa que tenemos acuerdos internacionales con los que estamos comprometidos y que tenemos que honrar”, señaló. “Yo quiero involucrar al resto de La Araucanía, que no sea sólo para un mundo sino que para toda nuestra región”. Estaba de visita en la comunidad de Mahuidanche, comuna de Freire.
En verdad, la promesa de la oficialización aún duerme. En 2015, el ex intendente Francisco Huenchumilla se comprometió públicamente a concretarla pero la historia luego contaría cómo al jefe regional le solicitaron la renuncia desde La Moneda. Sin embargo, ya en 2013, la Contraloría General de la República no había encontrado impedimento para que el municipio de Galvarino declarara a la lengua mapuche como co-oficial en la jurisdicción de su comuna. El acto se repetiría al año siguiente en Padre Las Casas.
Arduo panorama para la que alguna vez fue lengua franca (es decir, usada por diversos pueblos para entendimiento mutuo) en una importante porción de la zona sur de este continente. Viktor Naqill lo aborda en su futuro texto: “Parte de las fuentes que utilizo son lo que denomino ‘microdatos sociolingüísticos’ que se refieren a pequeñas descripciones sobre el uso de la lengua, dichas casi al pasar”, revela. “Por ejemplo, Alonso de Ovalle refiriéndose a los Huarpes (pueblo situado en las llanuras de lo que hoy es Cuyo y San Juan, Argentina. Nota de El Ciudadano) señala, a mediados del siglo XVII, que él jamás vio un ‘indio de Chile’ que hable la lengua de Cuyo pero sí vio muchos de Cuyo que tienen muy familiar la ‘lengua de Chile’, expresión que se utilizaba en la época para referirse al mapuzugun”. O esta: “El intendente de la Provincia de Concepción, Luis de la Cruz, viajó en 1806 desde el fuerte de Ballenar, que controlaba el paso de Antüko, hasta el fuerte de Melincué, en la provincia de Santa Fe. En todo el trayecto, que cruza territorios pewenche y rankülche, solo oyó hablar mapuzugun”.
DESDE LAS BASES
Puede entenderse la lengua como una expresión más de la lucha por derechos del movimento mapuche, junto a la recuperación territorial. Lo que hoy es la reivindicación por la oficialización de la lengua es un fenómeno en expansión. Estudiantes, dirigentes políticos, comunicadores, educadores y artistas mapuche -y no pocos chilenos-, reclaman al Estado que el mapudungun sea lengua oficial, junto al castellano (que, dicho sea de paso, es oficial de hecho) como modo de salvaguarda. Que tome medidas para fomentar su enseñanza y difusión. “Hasta aquí no he visto otros movimientos en el continente que utilicen la calle para reivindicar su lengua”, valora Viktor Naqill. “Ello expresa un alto grado de conciencia lingüística. Se asume que el mapuzugun es una cuestión vital”.
Para el historiador Fernando Pairican, autor de “Malón. La rebelión del movimiento mapuche. 1990-2013” (Pehuén Ediciones, 2015), la demanda por la oficialización de la lengua proviene desde las bases, de agrupaciones y personas activas en el movimiento. No obstante, el fenómeno no es nuevo. Ya hacia 1922, Manuel Aburto Panguilef creaba la Federación Araucana, una de las primeras organizaciones mapuche. Durante la dictadura el tema tampoco quedó excluido de un movimiento mapuche que se rearmaba. “A fines de los 70, la organización Ad Mapu planteaba volver a hablar la lengua nuestra. Para sus Centros Culturales Mapuche el mapudungun era la base para recuperar la cultura”, cuenta Pairican.
¿Que se oficialice es un logro? le pregunto a Fernando Pairican. “Forzar a cambiar las nociones, reconocer el despojo y genocidio, son logros que obligan al Estado a realizar concesiones para generar gobernabilidad y mantener un equilibrio con las visiones internacionales”, dice. “En ese aspecto, el movimiento está a punto de forzar que el Estado y el gobierno reconozcan el mapudungun. Si no hubiera habido movilización no hubiera estado de acuerdo. Piensa que, desde la formación del estado nacional chileno hasta 1993, cuando se dicta la Ley Indígena, la política pública ha sido la asimilación”.
No obstante, Pairican señala que reconocer el idioma tampoco implica grandes rupturas. “Desde la perspectiva del multiculturalismo, el reconocimiento no afecta a la gobernabilidad de Chile y de la forma en que está constituida. Me parece que se sigue avanzando en algunos puntos que no son los más conflictivos de la agenda mapuche. Lo que no me parece que sea malo, en todo caso. Yo creo que oficializar el mapudungun te permite avanzar un paso más para cuestiones políticas más profundas. Eso dependerá del movimiento mapuche”.
Importante es recordar que existe un proyecto de ley sobre derechos lingüísticos, elaborado por la Red de Derechos Educativos y Lingüísticos, patrocinado por algunos diputados, y que permanece en tramitación en el Parlamento desde 2014.
SACARLA DE LA UTI
Una interrogante elemental es qué significará -en los hechos- la oficialización del mapudungun en La Araucanía. Para Viktor Naqill, “implica que la lengua adquiere un valor jurídico. Existirá el deber y el derecho a aprender y utilizar ambas lenguas”.
Benito Cumilaf, de la Academia Nacional de Lengua Mapuche, ve la oficialización como un mal menor. “No gusta pero es necesario. Nuestra lengua está en la UTI y hay que ir a sacarla”, plantea. Con 2 años de vida, su organización es una corporación sin fines de lucro que ha desarrollado “campamentos de inmersión” como método de enseñanza. El más reciente fue en una comunidad en Quetroco (Ketxoko), camino a Villarrica.
Para Cumilaf, la oficialización debiera revertir paulatinamente ciertas situaciones en la región. “Que la lengua tenga un peso (…) Si usted quiere una beca indígena, la lengua tiene que tener un plus… El mapudungun debiera otorgar puntaje importante para beneficios sociales. Sería un incentivo para aprender”, señala. Además, traería secuelas a nivel institucional. “Los funcionarios de CONADI, por ejemplo, debieran tener como requisito la pertinencia cultural. Debieran ser bilingües”, subraya el educador.
¿Y si la gente quiere aprender? le planteo. “Hay muchos cursos y lugares donde hacerlo, si uno quiere realmente. Es importante que la gente haga un esfuerzo”, indica.
A Andrea Salazar y Marilén Llancaqueo, de Peguley Taiñ Rakizuam, la oficialización les parece positiva pero se preguntan por su alcance territorial. “Si uno pensara en una política pública de integración entre los diferentes pueblos que lo habitan, Chile debiera ser un país multilingüe, donde en cualquier establecimiento educacional existiese la posibilidad de aprender otra lengua, no sólo mapuche sino que rapa nui o aymara. Para no convertir esto en ghettos lingüísticos, es decir, mapuche sólo para mapuche, lo que tampoco permite reconocerse en una sociedad que ya de por sí es mestiza”, señala Llancaqueo.
Una opinión distinta posee Viktor Naqill. Su criterio sobre la aplicación es territorial: “El mapuzugun es la lengua del pueblo mapuche y del Wallmapu, no aspiramos en ningún caso a que se convierta en la lengua del Estado chileno ni de todos los chilenos. Aunque suene mal, la oficialización del mapuzugun a nivel de todo Chile sería ‘desparramar el trigo’, para contentar simbólicamente a más gente pero sin ninguna realidad concreta, quitándole eficacia (y recursos) a la revitalización allí donde realmente se puede hacer. Prefiero un millón de personas sabiendo mapuzugun en el Wallmapu, que 17.000.000 en Chile solo valorándolo”.
EL LARGO APRENDIZAJE
Un tema vital tras una posible oficialización será su enseñanza. Su inserción en los programas de jardines infantiles, escuelas y liceos. Su determinación como asignatura o lengua de enseñanza.
Nuestros entrevistados coinciden en la necesidad de estandarización de la lengua y la concordancia en un solo alfabeto, para facilitar su acceso. “La estandarización es imprescindible si queremos que la planificación lingüística cumpla sus objetivos”, plantea Viktor Naqill: “Basta imaginarse a estudiantes de distintas escuelas estudiando con escrituras distintas. Los documentos oficiales publicados con dos o tres formas de escritura. Sería una confusión permanente. Solo para ilustrar a los lectores: En Alfabeto Ragilew, “mar” o “lago” se escribe “bafkeh”; en alfabeto Unificado, “lafken”; y en el Conadi (también llamado Azümchefe), “Lhafkenh”.
Para Naqill es clave fundar la carrera de Pedagogía en lengua mapuche que aún no existe. “Junto a la oficialización hay que implementar un plan de acción a varios años plazos. Para enseñar mapuzugun en las escuelas requerimos profesores de mapuzugun”, señala. “Siendo optimistas, los primeros profesores no los tendríamos antes de 10 años o más, dependiendo de lo que hagamos ahora. Primero tenemos que hacer el lobby para crear la carrera. De lograrlo necesitamos unos dos años o más para organizar la carrera (hablantes de mapuzugun formados en postgrados en el extranjero). Tratándose de una carrera de cinco años, podríamos contar con una primera promoción de profesores en 2026”.
Actualmente, en decenas de escuelas de La Araucanía se enseña mapudungun y cultura mapuche. Es el Programa de Educación Intercultural Bilingüe (EIB). La pregunta surge sobre los recursos que maneja esta iniciativa y sus efectos. “Según algunos informes que he podido leer, desde el mismo Programa de EIB del Ministerio de Educación, están conscientes de la falta de profesores idóneos y material didáctico adecuado. La EIB puede contribuir a una mayor valoración de la lengua pero no está en condiciones de “producir” hablantes completos, es decir, que además de hablar y comprender, escriban y lean en mapuzugun. Por ello se requieren profesores de mapuzugun, como ocurre con la enseñanza de cualquier otra lengua”, indica Naqill.
Marilén Llancaqueo se pregunta cómo introducir el mapudungun en un contexto, como el de la educación pública chilena, donde la escasez de recursos es la norma y, a su juicio, sigue existiendo racismo y exclusión: “Hacíamos la analogía con la salud intercultural: No es la lengua por la lengua, es un modo de ver el mundo. En salud se ha intentado llevar a estos agentes de salud indígena pero en hospitales blancos, con la misma jerarquía, con directores racistas, wigkas… Como que la lengua por sí misma no basta, por lo menos para nuestro anhelo de lograr un Chile que respete las diferencias. Esa es realmente la meta”.
A su lado, Andrea Salazar indica que experiencias exitosas de enseñanza se han dado autónomamente: “En La Araucanía o en Santiago hay quienes no se entrampan en la burocracia estatal; son organizaciones mapuche que han buscado sus propias estrategias, métodos y formas de financiarse. Ahí están cifradas las esperanzas. Hay gente más experimentada e instruida también”.
Está el caso de la Academia Nacional de Lengua Mapuche, que pone en primer lugar su autonomía: “La idea es que formemos nuestras instituciones educativas bajo una mirada propia”, indica Benito Cumilaf. Para este 2016 tienen programada la edición de un libro de enseñanza a nivel inicial, que será financiado por CONADI “pero nosotros decidimos qué hacer”. Ese es el planteo.
UN ESPACIO LLENO DE HERRAMIENTAS
Una poderosa experiencia de difusión del mapudungun es Kimeltuwe, concepto que puede traducirse como “espacio de enseñanza”: Un sitio en facebook generado por Víctor Karülafken, hablante nativo procedente de Quilaco Norte, comuna de Padre Las Casas y, además, profesor básico, junto a Fiestóforo, un dibujante político “con interés en la lengua y cultura mapuche”, como declara. Si bien partió en abril del año pasado, ambos venían produciendo contenidos desde tiempo antes. Periódicamente, Kimeltuwe postea palabras, frases, saludos y expresiones en mapudungun, muchas alusivas a fechas relevantes, acompañadas de frescas y coloridas ilustraciones. Kimeltuwe echa mano a todas las posibilidades del internet: Videos, audio (para aprender a pronunciar), twitter… Varias organizaciones y algunos profesores han comenzado, además, a imprimir sus contenidos y fijarlos en paredes y aulas escolares.
“Debido al tipo de medio en que publicamos, las redes sociales, el formato de imagen se da muy bien para entregar un mensaje. A veces, este puede ser breve, tan simple como un saludo. En otras ocasiones, publicamos materiales más complejos donde escogemos un tema y publicamos decenas de palabras y vocabulario”, cuenta Fiestóforo. “Nuestro usuario en mente han sido profesores y profesoras de mapudungun, a quienes les cuesta encontrar material para poder enseñar este idioma. Asimismo, también a quienes están aprendiendo por su cuenta y buscan en internet breves exposiciones a la lengua”.
Pensando en la labor de Kimeltuwe, y en su propio quehacer como profesor, le pregunto a Víctor Karülafken sobre uno de los alcances que tendría la posible oficialización: ¿Cuáles serían las formas adecuadas de implementación a nivel de la formación docente? “Muchas cosas”, contesta. “Debe existir un seminario donde se complementen conocimientos; que los docentes conozcan más de la cultura y cosmovisión, más del kimün (conocimiento) Mapuche, y los educadores tradicionales sean capacitados en curriculum para sus responsabilidades administrativas. Debe existir preparación a la comunidad educativa inmersa en comunidades Mapuche principalmente, toda la comunidad educativa debe estar inserta en la enseñanza del Mapuzungun. Pero un punto muy importante también es que se comience a enseñar nuestra historia desde la perspectiva Mapuche”.
Fiestóforo complementa: “Los medios gráficos, como el cómic, láminas, cuentos ilustrados, entre otros, son esenciales en la enseñanza de cualquier lengua. Asimismo, existe un manifestación cultural que se da gracias a las nuevas tecnologías, por lo que es de suma importancia también aprovechar esos canales”. Y añade: “De todas maneras, el trabajo de Kimeltuwe, al igual que el de muchos otros, seguirá independiente del resultado de la oficialización”.
Le consulto a Karülafken sobre los desafíos que, a su juicio, podría tener la oficialización del mapudungun para la sociedad chilena. “Entre estos, una reeducación sobre la importancia de la identidad, en este caso la Mapuche”, contesta. “A valorizar nuestra existencia. Al respeto, ya que hay mucho desconocimiento sobre nuestra cultura; aún existen profesores de universidad que enseñan que nuestro idioma ya no se habla, y hasta que casi estamos extintos, además los medios se han encargado de mostrar lo más negativo”.
Nota: En este reportaje, para las expresiones propias en lengua mapuche se ha usado el alfabeto Unificado. Uno de los entrevistados, Viktor Naqill, al contestar nuestras preguntas, ha usado el Alfabeto Raguileo, que debe su nombre al profesor Anselmo Raguileo, su creador, en 1982. En este sistema, “mapudungun” se escribe “mapuzugun”. Hemos conservado, en el caso de sus respuestas, esta forma escrita. Aquí se aprecia uno de los retos que se desprenderían de la oficialización. Como comenta el mismo Naqill: “Estos usos que provocan confusión y duda a quienes comienzan a acercarse a la lengua es lo que tiene que resolverse a través de la estandarización, con una forma de escritura”.