¿Qué pasó en Sudáfrica el 10 de mayo de 1994?

Sin embargo, el país africano es aún escenario de graves inequidades y polarización social.

Daniel Carpinteyro

10/05/2023 6:52am

Fue un 10 de mayo de 1994 que Nelson Mandela asumió como presidente de Sudáfrica tras las primeras elecciones democráticas de aquel país. Tenía 77 años, de los cuáles había consumido más de dos décadas en la cárcel, suprimido en sus libertades políticas como el resto de la población africana e india de su país. Terminaba con ello 46 años segregación institucionalizada por la clase política nacionalista Afrikaner (descendientes de europeos que se expresan en idioma Afrikaans), a pesar de ser minoría en Sudáfrica.

Sin embargo, el camino no había resultado sencillo para los habitantes de color en Sudáfrica. Además de los periodos en prisión que eran castigo constante, habían tenido que desintegrar y reformular esos partidos, una vez que el Estado los detectaba,

El Juicio de Rivonia

Uno de los procesos judiciales más célebres en los que se vio involucrado Nelson Mandela como activista fue el Juicio de Rivonia (1963-1964), en el que junto con otros nueve activistas se vio acusado de diversos cargos sediciosos. Sin embargo, Mandela no desperdició la oportunidad de tomar la voz y evidenciar la injusticia del proceso que estaban remontando -el fiscal pedía para ellos la pena Capital.

Para dicho propósito, además de mencionar el tipo de artefactos explosivos que la policía había encontrado a Mandela y compañía, trajeron a colación que los acusados eran además propagadores del comunismo e instigadores de la llegada de colaboradores rebeldes provenientes de las demás naciones africanas. Estas acusaciones, que a pesar de no haber sido debidamente sustentadas durante el juicio, fueron permitidas por el juez Quartus de Wet, favorable desde siempre a juzgar con severidad a activistas contra el statu-quo de la blanquitud sudafricana.

«Básicamente, milord, luchamos contra dos rasgos que son distintivos de la vida de nosotros los africanos en Sudáfrica y que se encuentran arraigados por la legislación contra la que nosotros nos expresamos y queremos ver repelida. Estos rasgos son la pobreza y la falta de la dignidad humana. Y no necesitamos comunistas ni supuestos «agitadores» para ilustrarnos sobre estas mismas cosas, planteó Mandela ante un informe cuya pista de sonido sigue viva y abierta a quien guste consultarla.

Respecto a la utilización de métodos violentos, Nelson Mandela admitía que habían recurrido a ellos tanto él como sus compañeros de uMkonto we zizwe (la expresión militar del Congreso Nacional Africano) puesto que la propia legislación no les había dejado otro camino para emprender la lucha por el reconocimiento de sus derechos laborales y sus derechos humanos en general. Mandela cuestionaba con estas palabras los argumentos convencionalmente aducidos por los defensores del apartheid:

«El gobierno suele responder a sus críticos diciendo que los africanos en Sudáfrica están mejor posicionados que los habitantes de otros países africanos. (…) En lo tocante a nosotros eso es irrelevante. Nuestra queja no es que seamos pobres en comparación con personas de otros países, sino que somos pobres en comparación con la gente blanca de nuestro propio país». Nelson Mandela

¿Un colofón amargo?

De vuelta a 1994, en el fragmento más efusivo de su discurso de recepción, Mandela se dirigía a los visitantes a la inauguración y a la comunidad internacional:

«Esperemos que nos acompañen mientras acometemos el reto de construir paz, prosperidad, no sexismo, no racismo y democracia».
Nelson Mandela

Sin embargo, esto no parece haberse cumplido al pie de la letra, hoy en día, no solamente el factor racial sigue desempeñando un rol determinante en las condiciones de vida de la población sudafricana de todas las edades.

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La proporción de la población desempleada en el país creció de 4.4 millones en 2000 a 19 millones en 2020, de acuerdo a un reporte del Banco Mundial. De hecho, se calcula que la mitad de la población sudafricana se encuentra viviendo en pobreza abyecta, incapaz de tener acceso incuso a los servicios básicos de Salud.

Se considera, además, que apenas el 80% de los recursos económicos disponibles se encuentran el la mano de un 20% de los ciudadanos.