Uno de los grandes desafíos de la industria del cobre nacional, es el procesamiento de sus concentrados en suelo nacional. Actualmente, gran porcentaje de la producción de cobre es vendida al exterior en formato concentrado, vale decir, cobre y otros metales preciosos molidos. Al no procesar en fundiciones propias este concentrado, se genera una enorme pérdida de subproductos, tales como oro y plata, lo que deriva en menos ingresos para las arcas fiscales y menos competitividad de Chile, principal productor de cobre del mundo, en el mercado mundial que regula la venta y compra de este producto esencial dentro de la transformación energética.
Este fue precisamente el tema que se abordó en el segundo capítulo de “La Voz del Cobre”, podcast del Sindicato Chuquicamata producido en alianza con El Ciudadano. Esta segunda entrega, que lleva por nombre “Cambiemos las fundaciones por fundiciones”, se dedicó en extenso a analizar este problema estratégico nacional, con la compañía de Carlos Caballero Deramond, asesor independiente de Fundiciones y Refinerías y ex ejecutivo de Codelco.
POTENCIAMIENTO DE LA FUNDICIÓN DE CHUQUICAMATA
A mediados del 2023, el Gobierno de Chile lanzó la Estrategia Nacional de Fundiciones, la cual, entre otros puntos, tiene por objetivo la construcción de una megafundición para procesar los concentrados de cobre que produzca el país. En el marco de esta estrategia, el Sindicato Chuquicamata presentó la “Propuesta para el Fortalecimiento de la Capacidad de Fundición-Refinería en Chile desde Chuquicamata”, proyecto que busca potenciar la actual Fundición de Chuquicamata, comprendiendo que las capacidades técnicas de aquella fundición, sumada a su refinería, hacen que cumpla con todos los requerimientos para ser la megafundición que el país necesita.
Al respecto, Carlos Caballero lo explicó en virtud del conocimiento técnico de quienes trabajan en la Fundición de Chuquicamata, ya que, a su juicio “tiene algo importante, que es la capacidad y el conocimiento knock-how de sus trabajadores de la fundición y refinería. Un trabajo que requiere una altísima especialización. No se producen fundidores ni refinadores en las universidades, sino que se producen en el campo, y eso significan años de experiencia. Por lo tanto es un valor único que tiene la gente que se ha desarrollado y que trabaja en estos procesos metalúrgicos”.
A diferencia de otros complejos, la Fundición de Chuquicamata está adaptada en toda su línea productiva para tratar el cobre producido en el Distrito Norte de Codelco, el cual se caracteriza por una alta concentración de arsénico. Para tratar dichos concentrados, se requiere de un complejo industrial especializado, cuestión que cumple Chuquicamata.
Actualmente, la Refinería de Chuquicamata tiene una capacidad de tratamiento de 700.000 toneladas de ánodos de cobre. Para producir tal cantidad de ánodos, se necesita fundir casi el triple de toneladas de concentrado de cobre. Actualmente, la Fundición de Chuquicamata procesa menos de un millón de toneladas. Con el proyecto presentado por el Sindicato Chuquicamata, se alcanzarían las dos millones de toneladas necesarias para abastecer de forma total a la Refinería, resolviendo de esta forma el problema de la “megafundición”, que se presenta en la Estrategia Nacional de Fundiciones.
Caballero, en resumen, percibe esto como un problema estratégico de Chile, por lo que “el Estado de Chile debería fortalecer de una buena vez el procesamiento de sus concentrados acá, y para ello tiene que incentivar, si es que son producciones privadas, a través de un royalty especial, pero Codelco no tiene perdón de que no esté procesando sus concentrados de forma directa y más aún en esa refinería, que parte de ella se está llenando con ánodos privados. Eso es absolutamente impresentable”.
Finalmente, respecto al valor de un proyecto para potenciar una fundición-refinería, el experto apuntó al desarrollo social que conlleva. “El valor de un proyecto de fundición-refinería, no es solo la fundición-refinería, sino que es todo lo que produce alrededor de esa producción de cátodos. Todo el encadenamiento productivo, todo el desarrollo de estructuras, caminos, transporte, servicios, ingeniería: todo eso produce un valor final que supera con creces el valor de la fundición-refinería. Por lo tanto, no hay que mirar la fundición-refinería como un negocio independiente, sino que hay que mirar el valor integral de esa decisión. De verdad que Chile no tiene ninguna posibilidad de seguir perdiendo más tiempo del que ya se ha perdido”.
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