Hoy se reconoce que la crisis de la biosfera es urgente y central para la propia vida en en planeta Tierra y el bienestar de la humanidad. Las pasadas y actuales actividades antropogénicas, es decir generadas por las sociedades humanas, están dañando de manera acelerada los soportes de vida en el planeta para las generaciones actuales y futuras.
Este artículo, que aborda el tema de la deforestación y los incendios en la cuenca amazónica, fue publicado originalmente en el sitio brasileño CartaCapital el 23 de septiembre y ha sido traducido al español por Resumen.
En agosto, los incendios devastaron 29.944 kilómetros cuadrados de la Amazonía, área similar a la del territorio de Bélgica. Los líderes europeos reaccionaron con indignación por la despreocupación de Jair Bolsonaro en el combate a los deforestadores, pero el acuerdo comercial entre la Unión Europea y el Mercosur sigue en pie. La preocupación con los incendios forestales queda en segundo plano. «Para esos gobiernos, el libre comercio es sagrado», lamenta el sociólogo franco-brasileño Michael Löwy, director de investigaciones del Centre National de la Recherche Scientifique, en Paris.
Estudioso de las obras de Karl Marx, Leon Trotski, Rosa Luxemburgo, György Luckács y Walter Benjamin, el investigador tiene obras traducidas en 29 idiomas y participará del seminario internacional «Democracia em colapso?» del 15 al 19 de octubre en Sao Paulo. A continuación, la entrevista concedida a CartaCapital.
CartaCapital: ¿Cuán sincera es la preocupación de países como Francia y Alemania con la devastación de la Amazonía?
Michael Löwy: La preocupación existe, pero, para esos gobiernos, el libre comercio es sagrado. Es el principio fundamental del neoliberalismo. Negocios son negocios, el resto viene después, incluso la Amazonía. Solo si hay presión de los movimientos sociales, que se oponen al acuerdo entre la Unión Europea y el Mercosur, habrá una oportunidad para detener el asunto
CC: Actualmente, los principales vectores de la deforestación en la Amazonía son actividades agropecuarias dirigidas a la exportación, como la producción de soya y carne bovina. ¿En qué medida el actual modelo de producción y consumo, en un mercado globalizado, es responsable por esa situación?
ML: El actual modelo de agronegocio exportador es el principal responsable por la deforestación. En un primer momento, es indispensable poner obstáculos a esa verdadera guerra contra la Amazonía, multiplicando el cuerpo de inspectores, aumentando exponencialmente las sanciones y, sobre todo, apoyando los movimientos indígenas y campesinos que defienden la selva. Pero, en última instancia, es necesario romper con todo el modelo capitalista agroexportador y sustituirlo por una agricultura campesina, orgánica y orientada al mercado interno.
CC: ¿Qué es, exactamente, el ecosocialismo? ¿Cuáles son sus principales propuestas de intervención?
ML: El ecosocialismo es la unidad dialéctica entre la crítica marxista del capitalismo y la crítica ecológica del productivismo. Es el proyecto estratégico de una nueva civilización, en ruptura con los parámetros de la civilización capitalista industrial moderna. En vez de la maximización del lucro como único criterio, el ecosocialismo privilegia el cuidado de nuestra Casa Común, la Naturaleza, y la producción de bienes de uso socialmente útiles. Las prioridades de producción y de consumo serán decididas por la propia sociedad, en un proceso de planificación democrática. Las/os ecosocialistas participan activamente de todas las luchas socioecológicas, trayendo su visión anticapitalista radical y su propuesta alternativa: la transición a una sociedad ecosocialista.
CC: Las experiencias de «socialismo real» en China y en la Unión Soviética, ¿no fueron también antiecológicas?
ML: Sí, fueron profundamente antiecológicas, salvo en los primeros años luego de la Revolución Rusa. Esas sociedades nunca llegaron a ser «socialistas». Hubo un proceso de transición entre el capitalismo y el socialismo, abortado por la dictadura burocrática. El ecosocialismo implica una ruptura radical con ese modelo burocrático, y con las experiencias social-demócratas, que no van más allá del capitalismo «verde». Necesitamos un nuevo modelo de socialismo, democrático y ecológico.
CC: Los gobiernos han apostado en los tratados internacionales para minimizar los impactos ambientales, por ejemplo el Acuerdo de París, en respuesta a la amenaza del cambio climático. ¿Cuál es la efectividad de estos compromisos?
ML: El espectacular fracaso de estos tratados ilustra la imposibilidad de un «capitalismo verde». Los Acuerdos de París fueron el resultado más avanzado de estas reuniones internacionales. Reconocen la gravedad de la crisis y la necesidad de no superar un aumento de temperatura global de 1,5ºC. Cada país se comprometió a reducir sus emisiones en un cierto porcentaje. ¡Un gran éxito! Infelizmente, algunos detalles se interponen: como no hay control ni sanciones, ninguno de los países cumple sus modestas propuestas. Peor aún: si todos cumpliesen rigurosamente las promesas, lo que no sucede, el resultado sería, según cálculos científicos, un aumento de 3ºC, una temperatura insostenible…
CC: ¿De qué forma los movimientos sociales pueden contribuir para la superación del actual modelo de producción y consumo?
ML: El papel de los movimientos sociales – campesino, ecológico, indígena, feminista, sindical, comunidades de base, etc.- así como el de las fuerza de izquierda, socialistas, ecologistas, comunistas, anarquistas, es fundamental para cambiar la relación de fuerzas. Solo así se podrán imponer medidas urgentes para limitar los desastres, y crear las condiciones para avances estratégicos en dirección al ecosocialismo.