Una situación dramática viven actualmente los pescadores artesanales de merluza común de la Caleta Portales, en la región de Valparaíso, y de la Caleta Cocholgüe, en la región del Biobío, quienes han visto mermados sus ingresos por la escasez del recurso, la cual se ha acentuado en los meses previos al inicio de la veda de la merluza común que rige durante todo septiembre.
Así se evidencia en el último trabajo publicado por la organización de conservación marina Oceana, «Pobreza en las redes», corto documental en donde los pescadores exponen la crisis que están viviendo.
Desde Caleta Portales, Rodrigo Gallardo, director del Sindicato de Pescadores Artesanales, asevera que muchos botes han salido durante el año a pescar merluza y han vuelto sin nada, mientras que Omar Méndez, presidente del Sindicato de Pescadores de Caleta Cocholgüe, señala que «tenemos una cuota asignada y no la podemos capturar toda, porque el pescado no está».
La merluza común ha transitado entre los estados de sobreexplotación y agotamiento según lo reportan los informes anuales de la Subsecretaría de Pesca sobre la situación de las pesquerías nacionales. Y a pesar de que la ley exige implementar programas de recuperación para las pesquerías con problemas de conservación, éstos aún no se han ejecutado.
«La merluza común es una pesquería cuya cuota se reparte en un 60% para el sector industrial y el 40% restante se distribuye en más de tres mil pescadores y pescadoras artesanales de la zona centro sur», explica César Astete, director de las Campañas de Pesquerías de Oceana.
«El crítico escenario de la pesquería se debe a una sobrepesca histórica, donde hay actividad ilegal, y en donde la pesca de arrastre de fondo también tiene responsabilidad en la crisis, no solo desde el punto de vista ambiental, sino que también social y económico para las comunidades de la pesca artesanal», agrega Astete.
La pesca artesanal de merluza común utiliza artes de pesca pasivos, como el enmalle o el espinel, los que consisten en dejar la red o los anzuelos en algún lugar, esperando que los peces lleguen a ellos.
«Cuando hay escasez de producto, en nuestras redes se nota. Es tan poca la merluza que va quedando que depende de la suerte», asegura Méndez, en contraste con lo que sucede con el sector industrial, que utiliza el arrastre de fondo, en donde un buque transporta una gran red a ras de suelo, recorriendo grandes distancias hasta llenarla.
«A nosotros nos hace mucho daño la pesca de arrastre de fondo», complementa Gallardo.
«Antes tomábamos la merluza aquí en la bahía», recuerda Juan Molina, pescador artesanal de Cocholgüe, «pero hace tiempo que para encontrar algo hay que ir 15 ó 20 millas hacia afuera», añade.
Lo mismo apunta Alexis Medina, pescador artesanal de Caleta Portales: «Antes había abundancia de merluza, en agosto llegaba harta cantidad, luego en septiembre parábamos por la veda para que se mantenga el recurso, y en octubre y noviembre nuevamente abundancia».
«Había hartos botes, llegaba la gente de los cerros de Valparaíso, de Viña, comerciantes, vendíamos pescado, pero eso ahora no se ve. Cuando llegamos con pescado, es carísimo, porque está lejos, hay muchos gastos y poca producción», agrega Medina.
Desde Oceana señalan la urgencia de implementar los programas de recuperación de la pesquería de merluza común y así mejorar las condiciones de la pesca artesanal, la más afectada por la escasez y la que posee el menor porcentaje de extracción.
«Llamamos a las autoridades a trabajar con celeridad con la pesca artesanal de merluza común y considerar las recomendaciones que se han entregado desde los gremios de pescadores, así como el mundo científico y la sociedad civil», manifestó Astete.
Mira el documental a continuación:
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