Por Agrupación Ciudadana Ultima Esperanza
Chile está haciendo historia, no por ser el jaguar de Sudamérica, eso era más bien una cortina de humo, sino que por ser el primer país en escribir su futura Constitución en paridad, cuestión de relevancia que no es mero maquillaje, sino que es el primer mínimo a la hora de hablar de la profundización de la democracia en el S. XXI, ya que “Sin mujeres no hay democracia”.
Es por ello que nos preguntamos sobre: ¿Qué significa realmente la paridad? La paridad se ocupa de dar un espacio equitativo a las mujeres en la construcción de lo político, social, cultural y económico, espacios que han estado vedados por décadas para ellas, ya que básicamente la construcción de nuestras sociedades en todo los aspectos que se abarcan, desde el diseño de las ciudades hasta la construcción del sistema democrático, se ha realizado de forma androcéntrica, lo que incluye el sistema económico extractivista, como también la medicina estudiada solo en hombres. Todo lo que nos regula se ha construido en puestos de poder patriarcal que defienden intereses individuales y no colectivos.
No deja de asombrarnos por qué el miedo paraliza y mucho sabemos de eso las mujeres, pareciera ser que dejar de cosificar el poder, permitir su ejercicio y reconocer a través de la paridad la vida como un sistema humano y no humano, diverso y no excluyentemente masculino, les da miedo. Porque solo han conocido la opresión como su arma poderosa, la invisibilización y solo pueden imaginar el feminismo como opresión ahora desde las mujeres. Pero la presencia de nosotras en el poder, en el diálogo, en la política, ya no puede acallarse. El poder no es una cosa, y nosotras no somos maquillaje ni accesorio. Somos parte del sistema de vida y solo la democracia paritaria nos puede conducir a una sociedad menos violenta, menos extractivista y más inclusiva.
¿Por qué la democracia debe ser paritaria? La mayoría de las afectaciones del cambio climático recaen en nosotras. La gobernanza del agua está en manos de hombres, pero en la economía doméstica la gestionamos nosotras. Tenemos el saber ancestral de la tierra, sobre todo en Latinoamérica, y los saberes del cultivo. Somos agentes de cambio y en un planeta en crisis climática y un país aún en estallido post pandemia, somos agentes de cambio y cargamos el peso de la precarización de la vida y la desigualdad.
Parece una paradoja pensar que este escenario de disputar el espacio se encuentra tan vivo como cuando se luchaba por el derecho a voto. Si el poder no será ejercido entre todas y todos, con representatividad paritaria, seremos esa ola avasallante, cansada de opresión y patriarcado, que de resistir sabemos: Nunca más será sin nosotras.
Aquí en la Patagonia rebelde entre 14 Cores, 2 mujeres navegan y resisten y nos parece cavernario y aberrante que intenten invisibilizarlas, coartar las presidencias de comisiones y obligarlas a ser el objeto que nunca hemos querido ser. La democracia paritaria es el inicio para poder distribuir el ejercicio del poder y traducirlo en una sociedad justa porque a los hombres los parimos mujeres y la inter vulnerabilidad de la sociedad está en ellos tanto como en nosotras.