Casi cinco mil personas damnificadas, otras mil albergadas y tres fallecidos son las cifras que ha dejado el sistema frontal que ha afectado en el mes de agosto (2023) a la zona Centro-Sur de Chile, con intensas lluvias y vientos.
En algunas zonas de la Región del Maule y Biobío, han caído cerca de 200 milímetros de agua en solo 24 horas, mientras que en Santiago se espera que las precipitaciones dejen hasta 90 milímetros.
Al respecto, el académico del Departamento de Geografía de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo e investigador del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2 de la Universidad de Chile, Pablo Sarricolea, asegura que el país no enfrentaba un sistema frontal como este hace 10 o incluso 20 años.
«En el sur hace más o menos 10 años aproximadamente, no teníamos lluvias de esta envergadura en las partes del Valle Central y la zona más baja, en cambio en Santiago, algunos señalan que lo que podría caer en estas 24 horas podría ser de hace 20 años, hace 20 años que no teníamos lluvias similares, estamos pensando en el año 2002», explica el profesor Sarricolea.
En la misma línea, su colega del Departamento de Geografía e integrante del Programa de Reducción de Riesgos y Desastres (CITRID) de la misma U. de Chile, María Victoria Soto, añade que con la actual situación de sequía prolongada «pareciera que se había olvidado que llovía. Habíamos olvidado que los ríos, hasta los años 80 y antes de los años 80, cada invierno retomaban sus cauces y esto lo vimos ahora este invierno».
Cómo prepararse para los eventos extremos
Para la investigadora, «estar o no preparados para este tipo de eventos es algo que aún estamos discutiendo desde la academia, desde las políticas públicas y la gobernanza de los territorios y ahí está la clave, la gobernanza de los territorios y las políticas públicas».
«Y estar preparados», agrega, «significa que debemos pensar en cómo nos adaptamos a los nuevos escenarios porque las ciudades ya están construidas, y sabemos que lamentablemente se localizaron, crecieron, se expandieron hacia áreas de inundaciones, y por lo tanto, lo que debemos hacer es adaptarnos al cambio y generar obras de mitigación».
Por ejemplo, planteó que «todas las áreas correspondientes a lechos de ríos son inundables de manera recurrente, pero con dinámicas temporales y espaciales diferentes. Las áreas que se inundaron en el evento de junio, lo más probable es que se inunden nuevamente, al igual que otros sectores en el cauce, ya que los ríos ya están con canales activos y el sustrato está saturado. Es decir, ya no hay capacidad de infiltración y lo que precipite se convierte en escurriendo superficial y caudal».
De acuerdo con lo anterior, el académico de la Facultad de Ciencias Forestales y Conservación de la Naturaleza de la U. de Chile, Roberto Pizarro, sostiene que lo que se debería intentar «es hacer una gestión integrada de nuestras cuencas y nuestros espacios territoriales, eso significa empezar desde las zonas altas a proveer de la posibilidad de que podamos recargar nuestros acuíferos».
¿Qué significa que podamos recargar nuestros acuíferos? El profesor Pizarro afirma que «que como nos llueve en invierno, el agua cae y escurre rápidamente, la forma que no escurra es tener bosques, vegetación en la zona alta, u obras civiles, pequeñas obras civiles en cauces, pequeños diques que van permitiendo que el agua se retenga en esas zonas».
Así, indica el docente, «cuando recargamos los acuíferos estamos haciendo uso de las reservas de agua naturales y eso es lo que la Unesco llama ‘soluciones basada en la naturaleza’. Aguas abajo vamos a tener expresión de caudales intensos, entonces tenemos que despejar nuestros cauces, no ocuparlos en viviendas ni elecciones productivas, ni llenarlos de basura».
Finalmente, el académico reitera que tendremos que hacer frente a procesos «que se harán más extremos, sequías o inundaciones como las que tenemos».
«Frente a eso tenemos que tener una mayor cultura de cuidado del agua y esto parte por toda la población, por el conjunto, por el uso agrícola, que es el que más usa, por el uso doméstico, por el uso de industrial, etc., y eso nos habla de una gestión a nivel de cuenca, y hay un detalle, necesitamos ponernos de acuerdo de que en la situación actual no es posible que la solución la tenga un solo sector, ni productivo ni territorial, o un sector político. Todos y entre todos tenemos la posibilidad de actuar».
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