«Escucha, yo vengo a cantar por aquellos que cayeron, no digo nombre ni seña, solo digo compañeros» (Daniel Viglietti)
1.- Sin duda, las elecciones del domingo dejaron más preguntas y dudas que certezas. Preguntas que nacen de la incredulidad y el malestar de quienes no logran explicarse con claridad lo ocurrido, además de muchos comentarios duros, culposos, mandando al infierno a todos, pero completamente exentos de autocrítica.
Respecto de las constataciones que muchos han expuesto, tenemos que hacernos cargo de varias de ellas y sobre esas construir, construir conciencia, porque sin duda y más allá de todas las disquisiciones que hemos leído y seguiremos leyendo, si algo explica lo sucedido es la falta de conciencia.
Los números duros nos dicen que hay dos primeras mayorías que pasan a una segunda vuelta el próximo 19 de diciembre, y también dan cuenta de que se mantiene el alto porcentaje de abstención que supera desde hace mucho el 50%, salvo la excepción del plebiscito en mayo de 2020.
Y, sin embargo, es sobre esta misma masa que vota -si es que suponemos que son los mismos- donde se producen los cambios de conducta que nos tienen buscando respuestas como locos. ¿Cómo explicar que el 78% del padrón se haya expresado a favor de una nueva Constitución y 18 meses después le esté dando a la derecha más extrema y algunos que se bautizaron como derecha social, algo más del 40%?
Y no solo eso. Aparece al término del proceso -ubicado en la tercera posición con un 13% de los votos- el candidato ausente, que, a pesar de su oscuro prontuario, no solo obtiene una votación que supera el anterior intento que hizo de llegar a la presidencia, sino que también elige parlamentarios y queda en tal posición, que los que van a segunda vuelta ya han hecho un llamado a su electorado, para que tome posición por alguno de ellos en la segunda vuelta.
Nos guste o no, los votantes del domingo son los que le dieron una aplastante victoria al apruebo en el plebiscito por una nueva Constitución. Sin embargo, van de allá para acá y lo continuarán haciendo mientras no abran los ojos y tomen conciencia.
2.- Buscando una explicación -y es que se harán muchos intentos para tratar de encontrarla- nosotros nos hemos jugado por la falta de conciencia como uno de los principales elementos para explicar el remezón. Conciencia, dentro de muchas definiciones, «se emplea para definir la capacidad de los seres humanos para distinguir entre el bien y el mal, su sentido de la moral y de la ética, así como al conocimiento crítico y reflexivo de la realidad».
Ciertamente hay carencia o déficit de conciencia en todos aquellos que pese a la dura realidad que viven, se han manifestado a favor de un candidato que plantea mantener, retroceder e incluso eliminar algunos derechos.
La misma falta de conciencia que tienen aquellos que se compran el cuento de que no somos de derecha ni de izquierda, como si la cuestión fuera tan simple. Solo basta ver en la historia qué se ha conseguido con la derecha y que con la izquierda, para hacer pebre tal argumento.
Basta ya de seguir buscando culpables sin asumir nuestra cuota de responsabilidad. Los perdidos de todo, los que votan a cualquiera, lo hacen porque son receptores del discurso de quienes los quieren neutralizados y no ha habido capacidad para contrarrestar ese discurso.
Vamos entonces a ocupar todos los espacios para educar a nuestro pueblo, ya que solo la educación en sus derechos les hará tomar conciencia de su rol social y su ubicación en este mundo, que se divide entre abusadores y abusados. Boletines, salidas a la calle, ocupar la redes sociales, no para vomitar sino para educar, son algunos de los caminos que se deben seguir.
3.-Educar es la consigna, porque la educación trae la organización y con la organización rompemos no solo el umbral del 50% de participación sino también el adormecimiento, la táctica histórica de la derecha y de todos aquellos que no quieren que las cosas cambien en lo profundo, como debe ser y de una buena vez.
Solo educando formaremos conciencia en aquellos que no ven salida y votan a cualquier cosa. Más allá del paso que darán todos aquellos que votarán el 19 de diciembre, tenemos una tarea ineludible. Educar y organizar a nuestro pueblo, porque solo así la lucha dará frutos reales y duraderos.
No basta aumentar el número de parlamentarios para seguir marcando el paso en el actual sistema, hay que educar para cambiar las cosas de raíz. De lo contrario seguiremos maldiciendo y rabiando sin ver salidas.
Nuestra fuerza la Unidad
Nuestra meta la Victoria
Por Manuel Ahumada Lillo
Secretario C.G.T. Chile
Pulso Sindical 23 noviembre 2021