Todos los obispos chilenos pusieron sus cargos a disposición del Papa Francisco, luego del encuentro que sostuvieron esta semana en el Vaticano, convocados por el máximo líder de la Iglesia Católica con el objeto de tratar los casos de abusos sexuales al interior de la institución religiosa en nuestro país.
«Hemos puesto nuestros cargos en manos del Santo Padre, para que libremente decida con respecto a cada uno de nosotros», señalaron los religiosos. Junto con ello, los obispos pidieron perdón «por el dolor causado a las víctimas, al Papa mismo, al pueblo de Dios y al país por nuestros graves errores y omisiones».
El hecho se transforma en un verdadero terremoto al interior de esta institución, duramente cuestionada por los casos de abusos sexuales y encubrimientos de estos actos.
Los religiosos también agradecieron a las víctimas «por su perseverancia y valentía a pesar de las enormes dificultades que han debido afrontar tantas veces en medio de la incomprensión y los ataques de la propia comunidad eclesial».
«Su pecado se volvió el centro de atención»
Este jueves se conoció el documento de diez carillas que entregó el Sumo Pontífice el pasado martes a los obispos chilenos. En este escrito, el Papa realizó fuertes críticas a los líderes de la Iglesia Católica en el país y aseguró que «la remoción de personas no alcanza» para reparar el escándalo.
El texto reservado, al que accedió T13, también apunta a que siente «vergüenza» tras conocer las declaraciones que «certifican presiones ejercidas sobre aquellos que debían llevar adelante la instrucción de los procesos penales o incluso la destrucción de documentos comprometedores por parte de encargados de archivos eclesiásticos, evidenciando así una absoluta falta de respeto por el procedimiento canónico y, más aún, unas prácticas reprobables que deberán ser evitadas en el futuro».
El Papa Francisco habla de “hechos delictivos” y “escándalo”, e “ir más allá” de la remoción de personas para solucionar la crisis. El documento parte con un diagnóstico sobre la situación de la Iglesia chilena: hay una “herida abierta, dolorosa” y que hasta ahora “ha sido tratada con una medicina que, lejos de curar, parece haberla ahondado más en su espesura y dolor”, reflexiona.
El líder de la institución religiosa agrega que la Iglesia chilena “se ensimismó de tal forma que las consecuencias de todo este proceso tuvieron un precio muy elevado: su pecado se volvió el centro de atención. La dolorosa y vergonzosa constatación de abusos sexuales a menores, de abusos de poder y de conciencia por parte de ministros de la Iglesia, así como la forma en que estas situaciones han sido abordadas, deja en evidencia este ‘cambio de centro eclesial’”.