Verso a verso, golpe a golpe: Machismo y violencia contra la mujer en Chile

Piropos, acoso callejero, negación de derechos reproductivos y femicidios siguen siendo protagonistas de una historia patriarcal que, por más leyes que se aprueben, no acabará mientras no nos inundemos de un enfoque de género.

Verso a verso, golpe a golpe: Machismo y violencia contra la mujer en Chile

Autor: Meritxell Freixas

A Carol Mora su pololo le arrancó parte de la piel de la cara con una botella rota. A Nabila Rifo le sacaron los ojos. A María Paz Cajas una carabinera la golpeó en su pubis y le provocó un aborto. Velia Manríquez murió a causa del disparo de un arma de fuego, cuyo presunto autor fue un hombre con el que mantenía una relación sentimental. Vanesa Gambo murió asesinada a puñaladas y la principal acusada del crimen es su polola conviviente. Estos son algunos de los últimos escalofriantes casos de violencia de género que en las semanas recientes han instalado este efímero debate en la agenda mediática y política nuevamente.

Precisamente el de Velia Manríquez es el femicidio número 15 en 2016, según datos del Sernam, que sólo recogen los asesinatos de mujeres por parte de sus parejas o exparejas. A esto hay que agregarle los 100.000 casos al año de mujeres que sufren violencia intrafamiliar -física o psicológica-, según indica la Corporación Miles. “Cuesta mucho que se pueda entender que la violencia no es sólo el golpe físico, sino que también existe la violencia económica o psicológica. Tiene que haber heridas y sangre para que reconozcan que hay violencia”, explica su directora, Claudia Dides.

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De ahí que el acoso callejero “todavía se confunde con el piropo”, dice Dides. “La gente cree que es normal, que es cultural, y que cualquier tipo te puede gritar o tocar en la calle porque quiere”, señala. Es uno de los micromachismos más arraigados en las sociedades patriarcales, el que no todas las mujeres -normalmente las que han recibido más educación- son capaces de identificar.

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Un paso para combatir algunas de estas acciones se dio el pasado mes de abril. La Cámara de Diputados aprobó por unanimidad el proyecto de ley contra el acoso sexual callejero, hecho que convierte a Chile en el segundo país de la región, después de Perú, en sancionar acciones como, por ejemplo, grabar imágenes o videos del cuerpo de otra persona sin su consentimiento, perseguir de forma intimidatoria o practicar actos exhibicionistas, obscenos o de contenido sexual implícito.

Femicidio: la urgente tarea pendiente

El femicidio en Chile es juzgado por una ley propia desde 2010. Antes de eso se consideraba homicidio. No obstante, señala la coordinadora de la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres, Soledad Rojas, “se legisló parcializando el problema”, ya que sólo considera como femicidio a los asesinatos de mujeres que se dan en matrimonios o entre convivientes de hecho, no incluyendo los que están fuera de estos casos.

En este escenario, en junio un grupo de diputados PPD y PS dio un paso más allá y presentó un proyecto que establece diversas modificaciones a las leyes relacionadas con el femicidio. La propuesta de los parlamentarios pasa por ampliar el concepto a todo asesinato de una mujer en manos de su pareja, ya sea esposo, conviviente, novio e incluso amigos o relaciones pasajeras. Sin embargo, el asesinato de mujeres y niñas en manos de desconocidos seguirá sin tener tal reconocimiento y continuará siendo la asignatura pendiente e invisibilizada para erradicar esta brutal forma de violencia.

Medios: Relativizando la brutalidad

La violencia contra las mujeres es un tema que amerita un tratamiento discursivo prolijo, serio. El lenguaje construye realidad y en los casos de femicidios, si no se aporta a combatirlos, se puede terminar contribuyendo peligrosamente a su relativización. En ese sentido, algunos medios de comunicación chilenos han dado cátedra abordándolos desde la caricatura y los prejuicios.

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Soledad Rojas se explica estas prácticas sosteniendo que “desgraciadamente, los medios trabajan con un sensacionalismo muy grande para captar audiencias, y buscando eso informan de una forma que no permite comprender el problema de fondo, sino que muestra mucho el dramatismo y la victimización”.

Uno de los ejemplos más gráficos de esto es lo que ocurre con el diario La Cuarta, que continúa entendiendo los crímenes de odio y de género como “pasionales”, sin prescindir tampoco de su chapa de diario “pícaro” cuando la noticia es objetivamente macabra. “Hizo anticucho con la polola”, tituló el periódico el 14 de septiembre de 2015 frente a un caso de femicidio frustrado. “El amor y los celos la mataron”, señaló también en portada el pasado 10 de marzo, para referirse al descuartizamiento de una ciudadana colombiana a manos de su pareja.

«Mientras los parlamentarios sigan haciendo comentarios de las piernas, no hemos avanzado nada»

En abril de 2015 Bachelet promulgó la ley que sustituyó al sistema binominal, dentro de la cual se aseguró la participación de un 40% de mujeres en la política. “Estamos haciendo un gesto contundente de equidad de género. No más parlamentos en desequilibrio”, dijo la mandataria.

“Es un avance, pero no va a solucionar el tema de las relaciones de poder entre hombre y mujer al interior de los partidos”, asegura Claudia Dides. Para ella el asunto no pasa solo por el aumento de mujeres en el Congreso, sino por la perspectiva de género que tanto ellas como sus colegas varones practiquen. “Una ley de cuotas que no implique capacitar a los dirigentes para tener un enfoque de género no sirve. Hay mujeres de derecha en el parlamento que se comportan totalmente bajo la lógica machista”, argumenta.

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Soledad Rojas, por su parte, desmenuza aquella cotidianidad marcada por la carencia de un enfoque de género. “Los políticos son muy machistas y misóginos. Hay un ejercicio permanente de violencia del Estado hacia las mujeres en múltiples circunstancias, como el debate parlamentario sobre la ley de aborto, que se posterga una y otra vez”, explica. “Mientras los parlamentarios sigan haciendo comentarios de las piernas, el cuerpo o cómo se viste la parlamentaria, es que no hemos avanzado en nada. Yo he estado en varias ocasiones en el Congreso y el nivel de acoso de los parlamentarios hacia las mujeres es una cuestión horrorosa”, suma Dides.

Una realidad que la propia diputada Camila Vallejo desnudó en una entrevista con El Desconcierto, en donde ejemplificó los micromachismos que continúan naturalizados en el parlamento. “Que te traten de ‘mijita’ o ‘mi amor’. Eso es súper fuerte y peyorativo. Entra la mujer en una conversación y se la trata como una niña, como alguien en una posición de inferioridad”, señaló.

Avances, ONGs y participación vinculante

No obstante este diagnóstico más bien desalentador, tanto Dides como Rojas reconocen avances, los cuales tienen que ver con la instalación del tema de la violencia hacia las mujeres en sus diversas formas y el empoderamiento en el género para hacer frente a él. “En Chile hace 10 o 20 años hablar sobre violencia era sólo hablar de violencia física hacia las mujeres. El femicidio antes estaba categorizado como homicidio y no se separaba”, señala Dides.

Rojas, por su parte, destaca que actualmente “hay más reacciones de las mujeres de no tolerar la violencia, hay muchas denuncias en las universidades respecto de acoso sexual por parte de profesores y padres”. Si hoy en la sociedad chilena existe mayor conciencia respecto de la violencia hacia las mujeres -agrega- “se debe casi exclusivamente a la acción de las organizaciones de mujeres”.

La directora de Miles se suma a esta idea planteando que la transformación social no la podrá hacer sólo un ministerio. La participación activa de las ONGs y movimientos que llevan tiempo trabajando el tema de género, será crucial, advierte. “Estamos cansadas de mesas de participación que no son vinculantes y que terminan como un checklist de cuestiones a desarrollar, pero que no llevan a ningún lado. Ahí tienen un gran desafío en el Ministerio de la Mujer”, apunta.

Por Daniel Labbé y Meritxell Freixas


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