Comentarios inapropiados sobre el cuerpo, malos tratos y procedimientos innecesarios o invasivos, afectan a más de la mitad de las mujeres y personas gestantes en nuestro país, de acuerdo a un estudio de la Universidad de Talca.
La investigación especifica que más del 60% de las encuestadas ha sufrido violencia ginecológica y el 80% violencia obstétrica, «lo que constituye un problema de salud pública», dice el académico de la Facultad de Psicología de la Universidad de Talca, José Manuel Cárdenas Castro.
El docente explicó que el objetivo de la investigación -desarrollada a través de un proyecto financiado por el Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (FONDECYT)- fue medir el impacto que genera esta situación en sus vidas.
«Lo que ocurre es que aquellos que deben cuidarte, son quienes te dañan, entonces, cuando la violencia ocurre en esas circunstancias, puede tener efectos aún más duraderos, en cómo la persona se relaciona con su cuerpo, cómo vive su sexualidad e impactos en las prácticas de autocuidado, ya que muchas mujeres se alejan de los servicios de salud», recalcó el investigador.
El académico advirtió que, esto ha derivado a que eviten realizar atenciones o posterguen exámenes relevantes para su bienestar.
Frente a esto, señala, que se debe trabajar en la formación del personal de salud, reforzar qué se entiende por violencia hoy, qué prácticas son permisibles, cuáles no y analizar todos los sesgos que están inscritos a nivel institucional.
«Esto no es algo de nivel interpersonal, es una violencia que está amparada por las instituciones, culturalmente, y por lo tanto tenemos que trabajar en esos niveles, ya sea a través de la educación, cambios de actitudes y de hábitos, mediante una formación de diferente tipo», enfatizó el experto.
Finalmente, el profesor Cárdenas advirtió que es importante visibilizar este fenómeno para erradicar este tipo de violencia, ya que tiene consecuencias para la salud física y emocional de las mujeres, siendo crucial volver a garantizar su seguridad en estos espacios.
«Estamos en una etapa donde la violencia ginecológica no tenía un nombre, donde poco tiempo antes, la violencia obstétrica no tenía nombre, todo lo que ocurría ahí era normal, y por esto se toleraban niveles de violencia que hoy nos resultan inaceptables», sostuvo.
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