La ciencia del beso

Los labios son un sistema de músculos muy sensible

La ciencia del beso

Autor: Sofia Olea

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Los labios son un sistema de músculos muy sensible. Es una de las partes del cuerpo con más neuronas sensoriales. Así se llaman las células que se encargan de enviar las sensaciones al sistema nervioso central, en procesos que involucran a los sentidos, entre ellos, el tacto. A través de estas neuronas nuestro cuerpo percibe los estímulos externos y experimentamos sensación. Sin este mecanismo no sentiríamos nada. Esto significa que, básicamente, el placer es parte del sistema nervioso (también el dolor).

Al besarnos, las neuronas sensoriales de los labios envían información al cerebro, liberando una serie de reacciones neuroquímicas en el sistema límbico. También se activan al menos 34 músculos de la cara y en la boca empieza a operar el músculo besador (orbicularis oris); es un músculo de la cara ubicado al rededor del orificio bucal. Tiene forma de elipse y se constituye por dos porciones: marginal y labial.

5 de 12 nervios craneales están involucrados en el beso. El más importante, el nervio facial, empieza en el tallo cerebral y tiene dos «ramas» que van por ambos lados de la cara. Este nervio tiene funciones sensoriales y motoras, es decir, opera en la sensación y en el movimiento.

Se liberan neurotransmisores y hormonas: Dopamina, que regula la motivación, el placer y la recompensa, el sueño, el humor y el aprendizaje, y es liberada con estímulos placenteros, como el sexo y la comida. Serotonina, que disminuye la tristeza (entre otras funciones). Endorfinas, que disminuyen el dolor. Testosterona, la hormona que aumenta el deseo sexual. Oxitocina, la hormona que estimula los sentimientos de protección.

Las pulsaciones cardíacas suben de 60 hasta 130, baja el nivel de colesterol y al intercambiarse bacterias, se refuerza el sistema inmunológico.

Fuente: ID

 

 

 

 


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