La relación del ser humano con los caballos ha sido históricamente muy estrecha, sobre todo luego de su domesticación, hace ya 5 mil años. Ahora, la investigadora del comportamiento Wendy Williams, está escarbando en las profundidades de la consciencia equina y propone repensar nuestras preconcepciones acerca de la consciencia animal.
En su obra The Horse, the epic history of our noble companion (El caballo, la épica historia de nuestro noble compañero), revela los resultados de años de investigación y diálogo con más de 100 científicos acerca de la relación humana con los caballos. Lo que descubrió cambia completamente la visión de estos animales.
Una de las claves de la inteligencia equina radica en que los caballos son capaces de leer sutilmente el comportamiento y la psiquis humana -hasta las intenciones y gestos más mínimos, con mucha mayor habilidad que la que tenemos los humanos para interpretarlos a ellos (y a los animales en general). Esto muestra cuán confundidos podemos estar debido a la importancia que le damos a las facultades racionales o la mente matemática. El caso de Clever Hans es emblemático en ilustrar esta idea; un caballo que podía «resolver» operaciones matemáticas, cuyo caso dio luces de cómo los caballos ponen en práctica un tipo de inteligencia relacionada con la fina observación y la intuición, más allá de la elaboración racional y el lenguaje articulado.
Por siglos, el ser humano y la comunidad científica creímos que nuestra especie era la única poseedora de consciencia. Uno de los destacados autores en desmontar este paradigma fue el zoólogo Donald Griffin, quien publicó en 2001 el libro Animal Minds: Beyond Cognition to Consciousness (La mente animal: del conocimiento a la consciencia), donde establece que los animales tienen una consciencia, tal como los humanos. Su argumento fue severamente criticado por los conservadores, pero el progreso de la ciencia lo ha ido convirtiendo en líder de este campo de investigación.
«Yo diría que la evolución y la bioquímica nos han hecho desarrollar afinidad con otros animales. Nuestra especie y el resto de los animales tenemos esta bioquímica que nos hace sentir a gusto cuando estamos rodeados de naturaleza y otras especies», explica Wendy Williams a National Geographic.
Relata que las experiencias en granjas equinas -creadas para establecer relaciones de «amistad» entre caballos y personas, demuestran que es posible crear un fuerte lazo, sutil y pacífico, sin requerir de los entrenamientos tradicionales de domesticación, castigo y recompensa. El acercamiento pacífico a los caballos incluso puede resultar en que el propio animal se deje montar, aunque esa no sea la finalidad de la domesticación.
«Los caballos nos enseñan coraje, paciencia, persistencia, el entusiasmo por la vida; la satisfacción de la gentileza, la ternura y la calidez, y ofrecen compañía. También proveen un sinfín de recuerdos y la importancia de preocuparse por otro ser vivo», agrega Williams.
A veces es muy difícil aprender estos valores entre humanos y la lección de los caballos y otros animales puede ser fundamental para mejorar nuestra propia especie.
CCV
Fuente: National Geographic