DARE, el estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Zúrich, Suiza, y algunos colegas alemanes, se basa en comprobar si los plásmidos -moléculas de ADN extracromosómico que confieren más resistencia a la células que los llevan- son capaces de sobrevivir a un viaje espacial. Los investigadores colocaron los plásmidos en distintos puntos de la nave y ésta voló durante 780 segundos con una trayectoria balística, alcanzando una altitud máxima de 268 kilómetros.
Al regreso de la nave, los responsables del estudio recuperaron el ADN de todos los sitios del cohete donde lo habían colocado para analizarlo. Los resultados revelaron que las biomoléculas soportaron los 1.000 grados centígrados que se alcanzan durante el lanzamiento, además de la hipervelocidad, los cambios bruscos de temperatura y otras condiciones del viaje espacial.
El 35% del ADN recuperado de la nave mantenía su función biológica a su regreso a la superficie terrestre, lo que supuso una grata sopresa para los investigadores: «Originalmente diseñamos este experimento como un demostrador tecnológico para probar la estabilidad de biomarcadores de plásmidos de ADN durante un vuelo espacial con reentrada, pero nunca esperábamos recuperar tanto ADN activo, funcional e intacto».
Tras analizar todos los resultados, y comprobar que el ADN es más resistente de lo que parecía la cuestión que preocupa ahora a los investigadores son las probabilidades de contaminar otros planetas con el ADN de la tierra al aterrizar con las naves sobre ellos.