La primera luz emitida por una supernova fue capturada por un astrónomo aficionado en una serie fortuita de observaciones. Esta mirada inédita a una supernova era muy esperada por los investigadores, que han capturado la explosión cósmica en una serie de fotografías. El descubrimiento y las observaciones de seguimiento están publicadas en Nature.
El 20 de septiembre de 2016, el rosarino Victor Buso estaba probando su nueva cámara, tomando una foto de la galaxia espiral NGC 613, que está a unos 80 millones de años luz de la Tierra. Fue en el transcurso de 90 minutos, en que tomó varias fotografías secuenciales de 20 segundos, que la luz de la supernova llegó a la Tierra.
Buso examinó las imágenes de inmediato y se puso en contacto con Melina Bersten y sus colegas del Instituto de Astrofísica de La Plata en Argentina, quienes las dieron a conocer a colegas de todo el mundo. De repente, observatorios como el Lick y el Keck estaban señalando sus instrumentos hacia este evento recién descubierto.
«Los astrónomos profesionales llevan tiempo buscando este tipo de eventos», afirmó el coautor y astrónomo de UC Berkeley, Alex Filippenko, que siguió el descubrimiento. «Las observaciones de estrellas en los primeros momentos en que comienzan a explotar proporcionan información que no se puede obtener de ninguna otra manera», explicó.
La «primera luz» de una supernova transmite una gran cantidad de información sobre la naturaleza de su estrella. Con base en las observaciones y modelos teóricos de Buso, los astrónomos estimaron que la estrella detrás de la explosión, técnicamente llamada SN 2016gkg, era originalmente 20 veces más pesada que el sol. Sin embargo cuando explotó solo tenía 5 masas solares. Los investigadores sospechan que un cuerpo cercano podría haber estado robando el material.
Estiman que la luminosidad del objeto aumentó a una velocidad dramática de 40 magnitudes por día. El aumento no duró un día completo, pero aún es notable. Es como si algo tan tenue como Plutón (no visible a simple vista) de repente se volviera tan brillante como el Sol durante 24 horas.
«Los datos de Buso son excepcionales», recalcó Filippenko. «Este es un ejemplo sobresaliente de una asociación entre astrónomos aficionados y profesionales».
El Dr. Bersten también notó cuán afortunado había sido Buso en capturar tal evento, puesto que las posibilidades se estiman del orden de una en 10 millones o potencialmente incluso más bajo; uno de cada 100 millones. Es un evento casi tan afortunado como ganar la lotería.
Por IFLScience