Los científicos han descubierto 40 nuevos genes que parecen estar vinculados a la inteligencia, en un hallazgo que podría ayudar a los neurólogos a comprender cómo el cerebro humano desarrolla funciones cruciales asociadas al pensamiento.
Se sabe que hay una amplia variedad de factores que contribuyen con nuestro coeficiente intelectual (CI) e inteligencia total, por eso se espera que la influencia de estos genes en la inteligencia sea «minúscula». Aun así el descubrimiento algún día podría permitir a los investigadores desentrañar la compleja red de «naturaleza y nutrición» detrás de las causas fundamentales de nuestra gama de intelectos.
Danielle Posthuma, del VU University Medical Center de Amsterdam, en Países Bajos, dirigió un estudio en que combinó los datos genómicos existentes de casi 80.000 adultos no relacionados y de niños con ascendencia europea. A través de una serie de pruebas, Posthuma identificó, a través de 52 genes, las mutaciones relacionadas con los indicadores de inteligencia.
La investigación, publicada en Nature Genetics, se llevó a cabo utilizando dos formas diferentes de análisis genético. Una identificó mutaciones en un grupo de 22 genes diferentes, que combinadas podrían representar una diferencia de casi un 5% en las mediciones de inteligencia.
Un segundo análisis comparó genes completos (no mutaciones específicas) y encontró un total de 47 genes, de los cuales 17 también se habían encontrado en el primer análisis.
Del número total encontrado en ambos métodos, 40 genes no estaban previamente involucrados en la inteligencia.
Para comprobar sus hallazgos, los investigadores aplicaron estos resultados en otro estudio de asociación al genoma total. Como este no venía con un sistema preparado para medir el coeficiente intelectual, reemplazaron las mediciones de inteligencia por el nivel de educación, a modo de somera aproximación.
Otra vez, casi todas las mutaciones que habían detectado en sus investigaciones anteriores indicaron una relación con la inteligencia, mientras 15 de los 47 genes que habían encontrado en el segundo análisis, también volvieron a aparecer.
Una de las correlaciones más fuertes entre la genética y la inteligencia fueron las mutaciones encontradas en un gen llamado FOXO3 y en la codificación que lo expresa. FOXO3 es parte de una secuencia que desencadena la muerte celular como resultado de ciertas tensiones químicas.
El equipo también encontró una serie de otras relaciones entre genes y características que tienen que ver con la masa corporal, la esquizofrenia y la enfermedad de Alzheimer.
En los últimos años se ha acumulado evidencia que sustenta la idea de que los genes determinan una gama de funciones cognitivas asociadas con algo llamado «factor g» –una medida general de la capacidad cognitiva que data de principios del siglo 20.
Mirar hacia nuestros genes para entender las diferencias en la inteligencia humana, es una historia cargada de controversia, debido a cierta valoración que se da a algunas habilidades cognitivas sobre otras.
Por eso es que conviene tener cautela y no saltar a conclusiones basadas en una inteligencia supuestamente determinada por la genética. Una investigación como esta también puede ayudarnos a identificar qué rasgos son influenciados por la educación, la dieta, o incluso la microbiota de nuestro sistema digestivo.
Mirar de cerca la relación entre nuestras características cognitivas y nuestros genes, podría ayudarnos a entender mejor la evolución de la inteligencia humana y en hacia dónde se dirige.
Por Science Alert
El Ciudadano