La histórica visita de Barack Obama a Cuba, que en parte es un intento por subsanar las fracturadas relaciones entre este país y EEUU, tiene como uno de sus objetivos fortalecer la cooperación científica.
El mandatario estadounidense sabe que éste ha sido por mucho tiempo un poderoso medio para establecer relaciones internacionales. Por ejemplo, la Academia Nacional de Ciencias de EEUU administra un programa de talleres con científicos de Irán, y ambos gobiernos parecen valorar esta vía neutral de acuerdos.
Con China, Rusia e India, Estados Unidos también ha creado lazos similares –en el pasado también lo ha hecho con científicos nucleares de la Unión Soviética–, mostrando que, donde las tensiones políticas obstaculizan otras vías de comunicación, la ciencia provee de un contexto para el diálogo.
Más aún: Cuba tiene una impresionante formación en la actividad científica, que incluye áreas como la biotecnología, la oceanografía, la bodiversidad, la salud pública y el manejo de desastres (como las amenazas de huracanes), informa New Scientist.
El sistema de educación cubano alcanzó casi un 100% de alfabetización en los años 70 y sus sectores de educación superior e investigación son impresionantes para una nación que sólo tiene un poco más de 11 millones de habitantes.
Cuba y EEUU también comparten desafíos medioambientales, tales como el aumento del nivel del mar inducido por el cambio climático, los planes prevetivos para huracanes y la protección de recursos marinos y biodiversidad.
Pero el camino para una cooperación mayor no está libre de obstáculos, como la oposición por parte de algunos Republicanos que esperan estar participando en las elecciones presidenciales estadounidenses de noviembre.
También hay leyes que aún limitan las relaciones con Cuba, y cambiarlas requiere de una acción parlamentaria que no sería de corto plazo. Una de ellas es el Acta Helms-Burton, que eleva a carácter de ley el bloqueo económico a Cuba, inhibiendo la cooperación científica, poniendo obstáculos al financiamiento para proyectos colaborativos y limitando el acceso de los científicos cubanos a equipamientos modernos. Esta ley también penaliza a las compañías no estadounidenses que negocien con La Havana.
A pesar de todo esto, la colaboración investigativa ofrece una valiosa vía para fortalecer lazos. Hay muchas oportunidades para la camaradería en función de las ciencias y aprovecharlas significa amplificar y fomentar un futuro para el acercamiento entre EEUU y Cuba; un acercamiento que también influye en las relaciones de ese país del norte con el resto de Latinoamérica.
Traducción, CCV
El Ciudadano