Cuando el insomnio dura tres meses o más, se le considera crónico. Los pacientes con este trastorno presentan leves alteraciones cognitivas, sobre todo en tareas de atención que representan cierta complejidad, en el proceso de consolidación de la memoria durante el sueño y en algunas funciones ejecutivas.
Es la principal conclusión de un estudio de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) en que los investigadores revisaron decenas de artículos recientes sobre la relación entre la privación del sueño y las funciones cognitivas.
“Estas alteraciones pueden comprobarse con pruebas neuropsicológicas, aunque en todos los pacientes no son lo suficientemente intensas para afectar significativamente a su vida cotidiana”, explica Pablo Medrano, investigador del departamento de Psicobiología de la UCM y conductor del estudio, que fue publicado en Revista de Neurología. “Sólo los insomnes que habitualmente duermen menos de seis horas tienen déficits cognitivos significativos”, señala Medrano.
Esta es la primera revisión en español que observa los problemas neuropsicológicos asociados con el insomnio, informa Sinc. Se calcula que en un 21 a un 57 por ciento de los casos este trastorno del sueño es hereditario, particularmente debido a la manera de manejar el estrés; una serie de comportamientos que se adquieren en el entorno familiar y que se relacionan con no afrontar ciertas emociones abiertamente. Pero también existen factores psicosociales y biológicos.
“Las personas con tendencia a interiorizar las emociones, perfeccionistas y que presentan un aumento de activación psicofisiológica en situaciones estresantes son más propensas a sufrir insomnio”, detalla María José Ramos, coautora del estudio e investigadora de la Universidad Complutense de Madrid.
Los científicos precisan que los genes no son los únicos responsables. “La existencia de vulnerabilidad genética no desemboca siempre en insomnio. Es la conjunción de esta y la presencia de determinados factores psicosociales lo que provoca que se manifieste este trastorno del sueño”, explica Ramos.
Existen varios estudios a nivel mundial que apuntan a la relación entre depresión e insomnio, que también estudian factores como la ansiedad y cómo estos se correlacionan con este trastorno. “El insomnio puede ser tanto causa como consecuencia de la depresión”, señalan los autores.
Está comprobado que la falta de sueño y el mal dormir provocan alteraciones del estado de ánimo a algunas personas, pero esto no siempre desemboca en el desarrollo de depresión; esta condición es resultado de diversos factores, también psicosociales, biológicos y hasta hereditarios.
El el otro sentido, los trastornos afectivos también afectan a la calidad del sueño. Por ejemplo, la ansiedad y la depresión pueden estar entre las causas del insomnio. “La relación entre insomnio y depresión es bidireccional”, concluyen Ramos y Medrano.
El Ciudadano