“El nacimiento de cualquier gorila es un acontecimiento emocionante y raro a la vez, pero que se produzca por cesárea lo hace aún más inusual”. John Partridge, conservador de animales del zoo de Bristol (Reino Unido), explica que Kera, una hembra de gorila occidental de tierras bajas, en sus últimas semanas de embarazo presentaba síntomas de preeclamsia, una complicación del embarazo que se caracteriza por hipertensión, edemas y presencia de proteínas en la orina. Ante la posibilidad de perder a la cría, se actuó con la mayor eficacia.
El equipo del zoológico británico, que se enfrentaba por primera vez a una cesárea, evaluó al animal y recurrió a la experiencia de David Cahill, profesor de medicina reproductiva y educación médica en la Universidad de Bristol y ginecólogo en el hospital St Michael’s. Aunque Cahill había asistido a cientos de nacimientos por cesárea en mujeres, era la primera vez que, junto a su colega del hospital Aamna Ali, le practicaba esta cirugía a una gorila.
“Consideramos que la cesárea era la única opción dada la situación en la que se encontraba Kera. Además, la cría en su útero mostraba signos de sufrimiento y necesitaba nacer”, declara el ginecólogo, para quien este parto es, junto al de sus hijos, uno de los mayores logros de su vida.
La cría de gorila, que aún no tiene nombre, pesó poco más de un kilo al nacer el pasado 12 de febrero y se encuentra en buen estado de salud y ganando peso gracias a la asistencia constante de cuidadores especializados, como Lynsey Bugg, conservadora de mamíferos.
Sin embargo, sus primeras horas de vida y los días posteriores no fueron fáciles. La veterinaria del zoológico Rowena Killick asistió a Cahill durante la cirugía y dio los primeros cuidados a la cría, que requirió una reanimación urgente al no poder respirar por sí sola cuando nació.
“La operación supuso todo un reto”, recalca Killick, agradecida por la ayuda de los expertos. “El bebé necesitó cuidados intensivos inmediatamente tras su nacimiento y sigue estando frágil varios días después, pero somos optimistas”, destaca la veterinaria.
El equipo del zoo vigila de cerca el estado de la cría y de la madre, con asistencia las 24 horas del día. “Los primeros días fueron críticos para la cría. Fue vital mantenerla caliente y que empezara a tomar pequeñas cantidades de leche de fórmula con el biberón”, indica la conservadora Lynsey Bugg, quien añade que desde primeras horas se aseguró el contacto piel con piel con la pequeña gorila –un proceso usado con recién nacidos humanos–.
La cría está reaccionando de manera positiva a todos los tratamientos. “Cada día está más fuerte y alerta”, afirma Bugg. Por su parte, Kera también se recupera favorablemente de la operación y está siendo monitorizada por el equipo veterinario del zoo británico.
Por NCYT.