Miles de elementos químicos a los que se exponen los humanos no presentan la información adecuada para predecir sus posibles efectos tóxicos. Para comprobar cómo afectan al organismo, los investigadores casi siempre realizan tests de toxicidad in vivo, usando modelos animales para tener una referencia química segura para los humanos.
Sin embargo, según un informe de 2004 de la Food and Drug Administration de EEUU, el 92% de los nuevos fármacos que pasan los experimentos de animales fracasan en los ensayos clínicos con humanos debido a la falta de efecto o a una toxicidad inesperada. En estudios más recientes se demostraba también que los datos obtenidos en ensayos con animales solo predicen en la mitad de los casos resultados en humanos.
Un estudio publicado hoy en Nature Communications señala además que “estos métodos son caros y de bajo rendimiento”, ademas de que, en muchos casos, es difícil extrapolar los resultados de los experimentos realizados en animales a los efectos que podrían producirse en la salud de los humanos al tratarse de especies diferentes.
Pero además existe otra perspectiva que no se puede dejar de mencionar, y es la de los defensores de los derechos animales. En todos estos experimentos, de una u otra forma se esta provocando sufrimiento de muchas especies: desde ratas y conejos, pasando por aves y anfibios, perros, cerdos, y hasta primates. Las pruebas consideradas más triviales (por ejemplo testeo de sustancias para cosméticos, experimentos militares) suelen ser el principal objetivo de críticas. Mientras los experimentos biomédicos no suelen ser igualmente cuestionados, porque reportan beneficios para los humanos. Sin embargo, para muchos personas y organizaciones, toda forma de experimentación con animales se basa en el supuesto injusto de que su bienestar es menos importante que el nuestro. Desde ciertas perspectivas, esto es altamente cuestionable, puesto que los animales no humanos no pueden decidir colaborar en este tipo de pruebas (como tampoco en otras actividades en que se los utiliza), sino que son sometidos por fuerza.
Ahora, científicos de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos, junto a otros centros oficiales, demuestran la efectividad del proyecto Tox21, un método basado en células (humanas y animales) que predice la toxicidad de los compuestos químicos en humanos y animales. El proyecto permite así identificar las firmas químicas de las estructuras y la actividad en pruebas in vitro que podrían servir como sustitutos de predicción de la toxicidad in vivo.
Para ello, los investigadores, liderados por Ruili Huang, del National Center for Advancing Translational Science, probaron más de 10.000 elementos químicos con un objetivo: desarrollar mejores métodos para demostrar la toxicidad de compuestos como pesticidas, sustancias industriales, aditivos alimentarios y fármacos.
El equipo de científicos probó la actividad de las sustancias químicas en 15 concentraciones diferentes que interactuaron en 30 ensayos, incluyendo receptores nucleares y respuestas de estrés celulares en células humanas. A partir de ahí, los autores generaron 50 millones de datos, que combinaron con información sobre la estructura de los compuestos para crear modelos de toxicidad que podrían emplearse tanto para animales como para humanos.
Una tecnología en auge
Los resultados obtenidos no solo demuestran la fiabilidad y relevancia de esta técnica, sino que confirman que los ensayos in vitro predicen los efectos de la toxicidad en humanos (en ensayos con células humanas) mejor que en animales (con células animales), aunque son efectivos en ambos. Para llegar a esta afirmación, los científicos compararon los datos obtenidos gracias a su método con los que se consiguieron en experimentos con animales.
En la actualidad, estas técnicas de estudio de alto rendimiento son usadas de forma rutinaria junto a métodos computacionales e información tecnológica para probar cómo los químicos interactúan con los sistemas biológicos, in vitro e in vivo. Según comentan los científicos en el estudio, “se están haciendo progresos para entender los patrones de respuesta en los genes y las vías inducidas por algunos químicos o algunas clases de sustancias que podrían predecir resultados adversos en la salud humana”.
Los investigadores del proyecto Tox21 –que ha generado la mayor serie de datos de alta calidad in vitro conocida hasta la fecha– indican que aún deben realizarse más pruebas. Pero los métodos basados en células pueden ser usados en pruebas toxicológicas y también pueden ayudar a priorizar qué compuestos seleccionar para pruebas más profundas.
Si este nuevo método se pone en práctica y se demuestra su funcionamiento a nivel más masivo, esto se vislumbra como un gran avance y una excelente noticia. No solo para la ciencia, la salud y el éxito de la experimentación, sino para todos: los animales y los humanos que sienten respeto por otras especies .
El Ciudadano
Fuente, SINC, PETA.