Un chips se ha puesto de moda en Suecia y en Alemania, Australia y Nueva Zelanda. Países donde se han desarrollado varias iniciativas para promover está tecnología futurista que se incrusta en la piel y te permite realizar compras sin pagar efectivo, ni usar tarjetas de débitos o créditos.
Este dispositivo está incrustado en la mano de más de 3 mil suecos y se cree que estas cifras sean mayores, informó AFP en mayo de este año, indicando que el microchips, es un circuito electrónico en forma de píldora que funciona con tecnología inalámbrica.
Entre las transacciones que se pueden hacer con este dispositivo que se coloca entre el pulgar e índice, facilita los pagos contactless (sin contacto), una práctica que se extiende en Suecia, cuyos datos arrojaron que el 1% del valor de todas las transacciones realizadas en 2016 se hizo con efectivo y a bordo de trenes.
La compañía nacional de trenes SJ -la más grande del país- se convirtió en la primera del mundo en aceptar este tipo de pagos, a través de la aplicación de su smartphone o celular. Para ejecutar este método de pago, cada persona con el microchip deberá registrarse previamente en la compañía para obtener un número y poder pagar.
Stephen Ray, director de comunicación de SJ, conoce el sistema muy bien porque él mismo tiene un microchip implantado bajo la piel de su mano. La manera que permite confirmar si el pasajero ha cancelado su boleto, es que éste debe pasar su dedo por la pantalla del celular del revisor y éste le indicará su número y nombre, así como el pago.
Abre puertas del hogar
Dave Williams, quien es ingeniero de software británico y trabaja para Mozilla, a penas deja ver una minúscula protuberancia en el dorso de la mano similar al tamaño de un grano de arroz entre su dedo pulgar e índice. Este chip deja a muchos perplejos cuando abre la puerta de su casa.
«Tengo muy mala memoria», declaró a la BBC el informático, al tiempo que dijo haber decidido implantarse ese pequeño dispositivo que le permite no entrar en pánico si se olvida las llaves de casa.
«Cada vez más personas en Suecia se implantan chips RFID en la mano y los usan para desbloquear puertas, llevar boletos de tren e incluso hacer pagos», comentó al portal británico de la BBC, Ben Libberton, un doctor en microbiología que trabaja en el laboratorio MAX IV de Lund, en el sur de Suecia.
Una opción que vulnera la privacidad
El empresario de la SJ, Stephen Ray explicó que «la única información que SJ lee de los tickets de microchips es el número de membresía en el programa de fidelización de SJ», indicó.
También señaló que el número no se considera confidencial y la privacidad de los clientes está garantizada con la empresa, puesto que la tecnología «se usa en su empresa para viajes regionales. Pero el plan es que abarque mucho más».
Aunque aclaró que «nunca será obligatorio» para sus clientes implantarse estos chips,es un proyecto que pretende extenderse a otras áreas (y a otros pagos) de la vida cotidiana, como una tarjeta de crédito. Pese a que no todas las personas están de acuerdo en colocarse el dispositivo.
«Esta tecnología reduce el número de tarjetas y dispositivos que necesitan, los miniaturiza enormemente haciendo que sea imposible perderlos», contó Libberton advirtiendo que le preocupa cómo los chips pueden vulnerar la privacidad y seguridad de quienes los usan.
«A medida que estos chips se integran en más servicios digitales, revelarán más datos si se ven comprometidos. Es un punto débil en lo que respecta a la seguridad», manifestó.
«Imagina si lo usas para desbloquear tu casa o acceder a tu cuenta bancaria. Temo que su conveniencia haga que se filtren más fácilmente datos importantes».
Microchip en el puesto laboral
Un pinchazo sentirán todos los trabajadores de la compañía de Wisconsin que pretende implantar el chip bajo la piel de sus empleados, a propósito de facilitar pagos a estos entre ellos, la cafetería, encender el ordenador, fichar al entrar y salir de la empresa, entre otros.
La empresa pionera es Three Square Market, una empresa tecnológica que confía en que más de 50 de sus empleados se ofrezcan de manera voluntaria para testar el chip, que enviará la información por radio frecuencia, difundió el portal as.com.
También el dispositivo permitirá hacer fotocopias a documentos, abrir y cerrar puertas, desbloquear teléfonos, compartir tarjetas de visita e información, además de realizar diferentes pagos en las máquinas de vending.
La compañías tiene la intención de copiar el proceso de Suecia, de la compañía Bio Hax. De hecho, en su web podemos ver que el chip implantado es como una uña, y hacen la comparación con una moneda para ver la perspectiva.
Vacío jurídico
El vacío legal sobre estas novedosas tecnologías permite que los implantes sean colocados solo con la aprobación de la persona. Se trata de un sistema de identificación por radiofrecuencia (FFDI) acompañada de una memoria de 868 bytes. En EE. UU, reseñó ABC.
El fabricante Dangerous Things (https://dangerousthings.com/) admitió en 2016 haber vendido más de 10.000 dispositivos y empresas como River Falls, en Wisconsin, los implantan por decena entre sus empleados. La idea surgió precisamente de la joven plantilla, después de que varios empleados olvidasen reiteradamente la tarjeta de acceso, causando retrasos y obstáculos en los procedimientos.
Habrá que esperar que los inventores de las leyes y marcos jurídicos se concentren en regular este tipo de aparato.
«Estos microhips no infringen ninguna ley y yo puedo hablar por mi propia experiencia. Nunca me ha causado problemas y me parece una gran comodidad, pero tampoco me imagino un mundo en el que se haya generalizado la utilización de estos chips, supongo que la clave es que su uso sea voluntario y que lo lleve quien lo quiera llevar, explicó Sven Becker, empresario alemán.
América Latina y el costo
La empresa mexicana Soluciones de Localización Satelital (Solusat), empezó a ser publica la aplicación de microchip desde el 2003 y la ha denominado Verichip, el chip de silicio, iba destinado al gran público.
Su precio rondaba los 175 dólares (unos 330.000 pesos) y tenía un costo de mantenimiento anual de 48,5 dólares (unos 92 mil pesos). La empresa para ese entonces tenía previsto implantar unos 10.000 habitantes aztecos en el primer año. Lo que llama la atención en este caso, es que las bandas criminales empezaron a usar un nuevo modelo de microchip.
Los millonarios son los que demandan este servicio de seguridad bajo de la piel, con la finalidad de ser localizados por satélite en caso de ser secuestrados.
Se estima que 2.000 mexicanos tienen instalado este aparato, que cuesta más de 4.000 dólares (unos 7,5 millones de pesos), más una cuota anual de mantenimiento de 2.200 dólares (4,2 millones de pesos).
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