La discusión sobre si la tecnología es algo «bueno» o «malo» tiene tanto sentido como decidir si la comida lo es. Es bien obvio que todo depende de cómo, cuándo y para qué, y a medida en que nos adentramos cada vez más en una era digital, es preciso estar atentos a sus pros y contras.
Algunos argumentan que la tecnología tiene una influencia enormemente positiva en nuestras relaciones más cercanas. Mark Zuckerberg, director de Facebook, afirma que «cuando las personas estamos conectadas, podemos hacer grandes cosas; que tenemos la oportunidad de acercar a quienes más nos importan y que esto hace una gran diferencia».
Esto es cierto, pero no deberíamos generalizar tan rápido, porque la tecnología también puede tener un efecto tóxico en nuestra relaciones íntimas y una de ellas, es el potencial efecto negativo que tiene Facebook de exacerbar nuestras inseguridades amorosas.
Las claves de esta inseguridad son la falta de confianza en la lealtad y fidelidad de la pareja; un temor muy arraigado de que nos abandonen y una hipervigilancia o exceso de alerta sobre las potenciales amenazas a la relación. Es nuestra respuesta psicológica a la paradoja más cruel de la vida, esa que dice que a quienes más amamos, más nos podrían herir. Un hecho que está siempre latente en nuestras relaciones personales, con mayor o menor intensidad.
En algunas personas, la inseguridad puede ser un rasgo intenso y persistente, pero también puede variar en respuesta a diferentes detonantes (reales o imaginarios) que la aumentan. Se ha definido claramente como una poderosa causa detrás de los conflictos y la falta de armonía en las relaciones, porque las personas están obligadas a lidiar con ella buscando niveles de certeza no razonables, ejerciendo control excesivo y castigando a sus parejas a causa de comportamientos que son interpretados como incorrectos.
Sería simplista sugerir que tecnologías como facebook provocan inseguridades en las parejas, porque las personas ya lo eran antes de la llegada de las redes sociales digitales. Pero sí es importante explorar cómo las inseguridades se intensifican o toman forma gracias a un medio que facilita un grado de fusión sin precedentes entre las parejas y las redes sociales.
Facebook –que empezó como un experimento que comparaba la apariencia de los estudiantes de Harvard– ofrece, a las personas, acceso a un sinnúmero de aspectos de la vida social de las parejas, que incluyen una lista visible de «amigos» que provocan preguntas como «¿Por qué el/ella es su amigo/a?» o «Por qué aún se comunica con su ex?». La interacción documentada y pública con estas amistades, y el despliegue de fotos, comentarios, likes y publicaciones, puede ser fácilmente seguido y escrutado por la pareja, y toda esta información puede aumentar la inseguridad de una mente que está siempre alerta a potenciales amenazas a la relación.
Un reciente estudio antropológico reveló que algunas personas jóvenes consideran que Facebook permite un nivel de acceso a la vida social de la pareja, que potencia de la inseguridad romántica a niveles incómodos.
Una participante explicó su reacción al ver que su novio había escrito un mensaje en italiano a una chica en Facebook. Al sospechar que se trataba de infidelidad, usó el traductor automático para entender el texto y se pasó dos horas «psicopateando» (vigilando/espiando) el Facebook de la chica misteriosa, para ver cómo se veía y quiénes eran sus amigos, para finalmente darse cuenta de que, de hecho, su «rival» tenía un novio. En este punto, la novia suspicaz decidió dejar de usar Facebook.
El mismo estudio destaca que la gente joven se confunde y entra en conflicto acerca de si realmente eran personas inseguras desde antes, o si es Facebook el que ha jugado un rol importante en el desarrollo de ese rasgo. Muchos están de acuerdo en que la inseguridad con frecuencia aparece en torno a temas de los que no se enterarían o no deberían enterarse, y que si o existiera una plataforma social digital que exhibiera estos aspectos de la vida de la pareja, la situación sería diferente, la inseguridad no sería tan intensa y no habría tanta vigilancia.
Otra persona que participó en el estudio comentó: «No podría decidir si era el hecho de revisar Facebook detonaba mi falta de confianza en él, o si no confiaba desde antes y Facebook lo empeoró».
Amplios estudios han apoyado la idea de que Facebook parece despertar a «monstruo de ojos verdes» en las personas (figura que representa a los celos y la envidia), argumentando que las expone a información ambigua sobre sus parejas, a la que de otra manera no tendrían acceso.
Una de las maneras fundamentales en que la tecnología ha cambiado a la sociedad, es facilitando la posibilidad de espiarnos unos a otros. Se argumenta que estamos de lleno viviendo en una era de la vigilancia. Pero debe haber un límite, y atravesarlo trae consecuencias relacionadas con la invasión de la privacidad y los derechos básicos de las personas, como también con la propia integridad emocional.
Facebook involucra un lenguaje de vigilancia, lo ofrece a los jóvenes y a sus relaciones y está cambiando la forma en que las personas se relacionan. Algunos consideran que aquí también hay un límite que es necesario definir, porque el costo psicológico de este acceso exagerado a la vigilancia de la pareja, puede incluir un sentimiento de inseguridad exacerbado.
La columna fue escrita por Sam Carr, profesor en educación en la Universidad de Bath. El artículo original fue publicado en The Conversation.
Traducción, CCV, El Ciudadano