Un estudio llevado a cabo por biólogos de la Universidad de Santa Fe, en Florida, intenta arrojar luz sobre el comportamiento de nuestros antepasados primates, así como explicar, de alguna forma, el origen del alcoholismo.
La capacidad que tiene el ser humano para metabolizar cantidades moderadas de alcohol se debe a un conjunto de proteínas que incluyen la enzima ADH4. Todos lo primates poseen la misma enzima, aunque no todos tienen la misma capacidad para metabolizar el alcohol. Los babuínos, por ejemplo, tienen una versión de ADH4 menos eficaz que la que posee el ser humano. Lo que los investigadores pretendían averiguar era en qué momento la enzima se desarrolló para hacer a unos primates más tolerantes ante el consumo de alcohol que a otros.
Mateo Carrigan y otros compañeros biólogos de la Universidad de Santa Fe, recogieron muestras de la proteína ADH4 de 19 primates para tratar de determinar la secuencia que había seguido en los diferentes momentos de la hisotria y cómo había evolucionado hasta la fecha. Las primeras formas de ADH4 se encontraron en primates de hace más de 50 millones de años, pero esta enzima tenía una capacidad muy reducida de metabolizar el alcohol. Sin embargo, tras este procedimiento los biólogos hallaron un antepasado común de humanos, chimpancés y gorilas de hace unos 10 millones de años que desarrolló una versión de la proteína que era cuarenta veces más eficiente metabolizando el alcohol.
Hace aproximadamente diez millones de años algunos primates decidieron bajar de los árboles y adaptarse a una vida terrestre. Comenzaron entonces a cambiar las fuentes de alimentos y la forma de alimentarse de estos primates. Comían no sólo los frutos de los árboles sino también los caídos al suelo que, expuestos a bacterias del medio ambiente, convertían los azúcares de las frutas en alcoholes y acumulaban etanol. Los primates que no tenían la mutación de la partícula ADH4 no metabolizaban bien el etanol, por lo que al comer esas frutas fermentadas se embriagaban rápidamente lo que los hacía débiles e indefensos.
Por este motivo, la hipótesis que persiguen los biólogos de este estudio es que los primates que sobrevivieron llevando a cabo una vida terrestre fueron aquellos cuya proteína mutada ADH4 les permitía asimilar el etanol de los alimentos. Carrigan sostiene que esta teoría justifica también la vinculación que hace el cerebro humano entre placer y consumo de alcohol, ya que nuestros antepasados primates asociaban el etanol con una fuente clave de alimentos.