En unos 15 años podríamos estar viviendo en un mundo con energía limpia ilimitada, porque el MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) ha anunciado que está trabajando para construir una planta de fusión nuclear, potencialmente capaz de generar 100 megavatios de potencia.
Si todo anda según lo planeado, la planta podría estar funcionando desde 2033. Hasta ahora el proyecto ha recibido un financiamiento de 50 millones de dólares por parte de una empresa energética italiana, llamada Eni, de los cuales 30 millones irán a investigación y desarrollo.
Si la fisión nuclear consiste en separar los átomos, la fusión nuclear es algo así como hacerlos chocar. La planta de energía de fusión nuclear utiliza átomos de hidrógeno, que liberan grandes cantidades de energía a medida que se fusionan para formar helio.
Este se considera el próximo gran paso en la producción de energía limpia y, si se logra, podría proporcionar un stock ilimitado de energía libre de carbono, segura y sostenible para todo el planeta, haciendo posible el reemplazo total de energía obtenida a través de combustibles fósiles y mitigando los peores efectos medioambientales. A diferencia de la fisión nuclear, que tiene mala fama porque conlleva grandes riesgos, la fusión nuclear no genera residuos nucleares peligrosos ni arriesga accidentes catastróficos como el de Chernobyl.
Ya existen plantas de energía de fusión nuclear en acción, pero aún son prototipos en que los científicos aún no han logrado supervisar una reacción sin causar un déficit de energía. En el caso del plan del MIT, la diferencia es la disponibilidad de superconductores de alta temperatura; un activo que solo se ha comercializado en los últimos años. Esto permitirá a los científicos fortalecer el campo magnético que rodea el combustible de plasma caliente -utilizado en los reactores tokamak- y así posibilitar la producción de reactores más pequeños y baratos.
«Se trata de escala, y se trata de velocidad», dijo a Nature Robert Mumgaard, director ejecutivo de Commonwealth Fusion Systems (CFS), la empresa privada que se asoció con el MIT para este proyecto. Mumgaard comentó que los esfuerzos combinados de académicos e industriales deberían ayudar a acelerar el proceso y llevar esta tecnología al mercado en los próximos años.