Desde siempre los seres humanos se han sentido impelidos a averiguar sobre su origen, pero desde la primera secuenciación completa del genoma humano en 2003, los antiguos árboles genealógicos pasaron a ser reliquias fósiles ante el advenimiento de una nueva era, en la que la ciencia ficción ya se ha convertido en realidad. Pues mapeando el ADN de diversos organismos, se puede desde crear bacterias sintéticas que generen combustible del aire, hasta descubrir si una persona tiene antepasados neandertales. Pero al mismo tiempo también está latente el riesgo de la bio-piratería que ocurre cuando estos mismos proyectos patentan y venden el material genético catastrado. La pregunta queda abierta ¿Ciencia o un nuevo mecanismo de control mundial?
Actualmente, con una pequeña muestra biológica se puede decodificar el mapa genético de cada ser humano, con lo que se puede saber desde su predisposición a contraer enfermedades hereditarias o realizar un seguimiento de sus antepasados, pero el proyecto Genográfico, desarrollado por National Geografic e IBM va mucho más allá, pues un equipo multidisciplinario compuesto por genetistas, arqueólogos y antropólogos se propone develar los antepasados comunes de toda la humanidad.
Este singular viaje a través del tiempo, liderado por el genetista Spencer Wells, ya lleva siete años de vida y han participado en él, más de medio millón de personas, a través de la donación de su material genético, con el objeto de cartografiar a través de los milenios, el desarrollo de las diferentes etnias existentes en el planeta, así como su desplazamiento a través del globo. Pero el proyecto no se detiene allí, porque hace unos días atrás acaban de lanzar su segunda parte.
En esta nueva etapa, los investigadores examinarán los cerca de 150 mil identificadores de ADN debido a la rica y relevante información que poseen acerca del genoma humano. Así una persona común y corriente podrá saber si es descendiente de Gengis Khan por ejemplo, o cómo su ADN está afiliado a varias regiones en el mundo, gracias a genes masculinos que se transmiten sin alteración alguna a través del padre a sus hijos varones.
Actualmente, la investigación ha arrojado datos reveladores que sirven de inicio a nuevas teorías sobre el poblamiento de los continentes, como las rutas utilizadas por la humanidad para salir de África o el origen de las lenguas caucásicas. Asimismo, cabe destacar que gracias a esta base de datos genética, la más amplia jamás reunida, también se ha logrado detectar a humanos mutantes.
PROYECTO VAMPIRO
Sin embargo, pese a todo lo fantásticas que pueden ser estas nuevas herramientas para los arqueólogos, antropólogos y lingüistas, no podemos pecar de ingenuos, pues esta información genética almacenada en grandes bases de datos -localizadas en países como Estados Unidos o Japón-, también puede ser catalogada desde la biopolítica como un refinado mecanismo de control mundial (Proyecto Vampiro), pues incluso serviría para desarrollar virus o bacterias que destruyan sólo a quienes presenten cierta clase de genes en particular, por ejemplo. Pero actualmente para lo que más se utiliza el material genético adquirido muchas veces ilegalmente, es para patentarlo y luego venderlo, según demuestra el escandaloso proceder del Instituto Coriell, sorprendido vendiendo material genético de poblaciones indígenas ecuatorianas, y mexicanas en este último tiempo.
No debemos olvidar que en 2008, el gobierno chileno autorizó la toma de muestras genéticas a poblaciones indígenas, realizadas por médicos avalados por el Ministerio de Salud y el Servicio Médico Legal. Este proyecto forma parte de la campaña «Chile construye su identidad contigo» y serviría para «crear un banco de datos genéticos de la población chilena» según dijo la subsecretaria de Salud de ese entonces, Jeanette Vega. Las muestras, tomadas a indígenas de la Araucanía, supuestamente eran para saber nuestro grado de mestizaje y para identificar a detenidos desaparecidos. Es importante resaltar que las muestras obtenidas en Chile fueron enviadas a Estados Unidos y corresponden a tejido nuclear, mitocondrial e Y, éste último, el cual sólo poseen los varones. Ahora bien, cabe hacerse la pregunta ¿Será el gobierno chileno cómplice de la bio-piratería?
El Ciudadano ya abordó este tema en un artículo publicado en el año 2008, donde se da cuenta de la recolección de muestras genéticas en población penal y niños de colegios municipales, con tecnología proporcionada por el FBI al gobierno de Chile.
Por Leonardo Robles