Se trata de un exoplaneta rocoso descubierto recientemente, ubicado a 127 años luz de la Tierra, y que podría tener una atmósfera, de acuerdo a lo publicado ayer en la revista científica Nature.
El planeta orbita alrededor de una pequeña estrella, correspondiente al grupo de estrellas enanas, 60 veces más pequeñas que el Sol.
Tiene un tamaño aproximado al de la Tierra y lo bautizaron GJ 1132b. Es el planeta de estas características más cercano que se haya observado hasta el momento.
“Nuestra galaxia se extiende unos 100.000 años luz”, por lo que se lo puede considerar como un “vecino cercano del Sol”, afirmó uno de los coautores del estudio, Zachory Berta-Thompson del Instituto de Tecnología de Massachusetts en Estados Unidos.
Este exoplaneta es un poco más grande que la Tierra (1,2 veces) y tiene una masa de 1,6 veces la de nuestro planeta. Basándose en esos datos, deducen que GJ 1132b también es rocoso.
Pero no sólo hay similitudes entre ambos planetas; también hay una diferencia: Por recibir 19 veces más radiación estelar (solar) que la tierra, el cuerpo celeste descubierto tiene una temperatura de 226 grados Celsius. “El planeta es casi tan caliente como un bizcocho recién sacado del horno”, dice Zachory Berta-Thompson.
Las altas temperaturas del GJ 1132b no permiten la existencia de agua en estado líquido. Esto lo hace incompatible con la vida como la conocemos en la Tierra.
“La mayoría de los exoplanetas rocosos son bolas de fuego, demasiado calientes para tener una atmósfera”, explica Berta-Thompson.
Sin embargo, los científicos estiman que a pesar de que su temperatura supera con creces a la de la tierra, sí permite la presencia de una atmósfera. “Hace demasiado calor para que sea habitable, pero su temperatura es muy inferior a la de otros planetas rocosos que conocemos”, señala el científico.
Ahora los astrónomos confían en que la nueva generación de telescopios existente, les permita determinar la composición de esa atmósfera y sus posibilidades.
Imágenes referenciales; imagen principal, fuente: ALMA.