Un nuevo estudio de científicos del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian, en Estados Unidos afirma que Oumuamua pudo surgir por un proceso natural «aún desconocido en el espacio interestelar [ISM, por sus siglas en inglés] o en discos proto-planetarios». Pero otra opción que contemplan es que su origen, quizá, sea «artificial».
Los astrónomos Shmuel Bialy y Abraham Loeb, autores del nuevo estudio publicado en la revista Astrophysical Journal Letters, quieren decir que «‘Oumuamua puede ser una sonda totalmente operacional enviada de manera intencional a las proximidades de la Tierra por una civilización alienígena».
Aunque no descartan que pueda tratarse de «restos de un equipo tecnológico avanzado», en específico una vela solar, un dispositivo que se propulsa por la radiación solar o el plasma del viento solar.
Bialy y Loeb llegan a esta conclusión por la alta velocidad y trayectoria inusuales que los telescopios lograron captar de Oumuamua durante las tres noches que duró su avistamiento.
«Este es el primer objeto descubierto en el Sistema Solar que se originó fuera del Sistema Solar. Desde su descubrimiento, Oumuamua ha mostrado características inusuales, eso lo hace un objeto raro, perteneciente a una clase de objeto no vista antes», le dijo Loeb a la BBC.
Algunas interrogantes
«¿Qué podría causar el exceso de aceleración de Oumuamua? Esa es la pregunta fundamental que intentamos responder. Si no es la cola de un cometa que lo empuja, ¿qué más podría ser? Nosotros proponemos que se trata de la radiación solar», explicó el científico.
Loeb compara a Oumuamua con velas solares creadas por nuestra civilización, como IKAROS, la primera sonda interplanetaria impulsada con una vela solar, lanzada por la Agencia de Exploración Aeroespacial de Japón (JAXA, por sus siglas en inglés) en 2010 con destino al planeta Venus.
Oumuamua todo un misterio
Cuando lo vieron por primera vez, en octubre de 2017, varios telescopios siguieron su trayectoria por tres noches, hasta que lo perdieron de vista. No era un objeto normal. Medía 400 metros de largo, su ancho era diez veces menor y su superficie era rojiza. Rotaba de manera veloz, tenía una trayectoria caótica y su brillo cambiaba de manera abrupta.
Los astrónomos del sistema de sondeo continuo Pan STARRS, de la Universidad de Hawái, fueron los primeros en observarlo y de bautizarlo con el nombre, Oumuamua, que significa «mensajero de lejos que llega primero» en hawaiano.
En un inicio, la discusión sobre qué era Oumuamua tuvo dos respuestas posibles: un cometa o un asteroide.
«Probamos muchas alternativas plausibles y la más factible es que Oumuamua debe ser un cometa y que los gases que emanan de su superficie están causando las pequeñas variaciones en su trayectoria», indicó en su momento David Farnochhia, del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA.
Otros, en cambio, dijeron que no era un cometa, porque en las observaciones no detectaron la característica cola de partículas de polvo y hielo que suelen tener estos viajeros del espacio.
El doctor Wes Fraser, de la Queen’s University en Belfast, afirmó en febrero de este año que su extraño movimiento quizá se debía a que fue impactado por otro objeto en algún momento de su historia.
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