Así es, tal como lo imaginabas, los cerebros de creyentes y ateos no funcionan de la misma manera. Un grupo de investigadores de la Universidad Case Western Reserve y del Babson College en Estados Unidos han revelado que hay cambios en la forma en que los cerebros de las personas creyentes funcionan.
El estudio publicado en Plos One, ha demostrado que las personas que creen en Dios aparentemente suprimen el pensamiento analítico y emplean las zonas del cerebro que se encargan de la empatía.
Por el contrario, los ateos activan el pensamiento físico y emplean las zonas del cerebro que se encargan del pensamiento analítico.
El director del Centro Internacional Inamori de Ética y Valores de la Universidad Case Western Reserve y encargado de dirigir la investigación, Tony Jack ha declarado que;
«Cuando hay una cuestión de fe, desde el punto de vista analítico, puede parecer absurdo.
Pero, a partir de lo que entendemos sobre el cerebro, el salto de fe para creer en valores sobrenaturales deja a un lado el camino crítico o la vía analítica de pensamiento para ayudarnos a lograr una mayor comprensión social y emocional.»
Los investigadores examinaron la relación que existe entre la creencia en Dios y las medidas de pensamiento analítico y preocupación moral.
Tony Jack, preocupado por los temas que influencian la moral en nuestro cerebro, ya había utilizado una maquina de resonancia magnética para demostrar que el cerebro tiene una red de neuronas analítica, que nos permite pensar de una manera crítica y una red social, que nos permite sentir empatía.
Finalmente, Jack ha logrado demostrar que el cerebro humano observa el mundo a través de ambas redes y cuando se enfrentan a un problema de física o algún dilema ético, un cerebro saludable activa la red que es más apropiada en el momento, mientras que suprime a la otra.
Al parecer la gran diferencia entre el cerebro de ateos y creyentes sería simplemente que ante un mismo suceso, emplean distintos tipos de visiones y diferentes maneras de abordar la moralidad y la forma en que pensamos de los demás, activando una de las redes y suprimiendo la otra.