Hay mucho padres que dan a beber un poco de alcohol a sus hijos adolescentes, con la convicción de que fomentarán el consumo responsable en el futuro. Ahora, un nuevo estudio sugiere que esta costumbre los puede hacer más propensos a convertirse en bebedores compulsivos.
Los investigadores analizaron a casi 2.000 niños de entre 12 y 18 años por seis años y el estudio reveló que no había «beneficios» en introducir el alcohol a los adolescentes en el hogar y, al contrario, que esto solo los alentaba a buscarlo en otro lugar.
En su artículo publicado en The Lancet, los investigadores dicen que a pesar de la extendida creencia popular de que ofrecer un poco de alcohol a los hijos promueve una actitud de bebedores responsables, de hecho no hay evidencia confiable que respalde esto.
En cambio, muestran que las posibilidades de consumo excesivo de alcohol pueden ser mayores en los niños cuyos padres les ofrecen alcohol con las mejores intenciones.
Los expertos han dicho que los hallazgos del estudio «refutan fuertemente» la sabiduría popular.
«Mientras los gobiernos se enfocan en la prevención a través de la educación escolar y el cumplimiento de la legislación sobre edad legal para comprar y beber alcohol, los padres pasan desapercibidos», dijo el profesor Richard Mattick, de la Universidad de Nueva Gales del Sur en Australia, quien dirigió la investigación.
«Los padres, los responsables de las políticas y los médicos deben estar conscientes de que la provisión paterna de alcohol está asociada con el riesgo, no con la protección», continúa Mattick.
«Aconsejamos a los padres que eviten dar alcohol a sus hijos adolescentes si desean reducir el riesgo de daños relacionados con el alcohol», agrega.
El análisis encontró que, en promedio, el 62% de los adolescentes que no habían recibido alcohol de sus padres, bebían compulsivamente (cuatro o más bebidas en una sola ocasión), en comparación con el 81% de jóvenes cuyos padres sí les habían dado alcohol.
Los adolescentes que recibieron alcohol solo por sus padres en el curso de un año, al año siguiente tenían el doble de probabilidades de acceder a este de otras fuentes.
«Estos datos nos dicen que a largo plazo, el suministro de alcohol a nuestros hijos adolescentes no es una gran idea», dijo la profesora Melissa Norberg, de la Universidad de Macquarie en Australia.
El Ciudadano, vía The Thelegraph