El espacio parece un lugar tan pacífico y tranquilo, al menos en la pequeña porción que nos toca observar desde algún lugar en la Tierra, una noche cualquiera. La Luna, esa taza de leche que sólo cambia ante nuestros ojos gradualmente, también parece ser una muestra más de nuestro apacible universo. Pero allá afuera la actividad no cesa, el movimiento es constante y hasta violento. Desde el Big Bang hasta el perpetuo movimiento de los planetas en la galaxia a velocidades impresionantes; desde los choques de asteroides hasta la implacable fuerza gravitacional que mantiene unidos a los sistemas solares. La Luna tampoco es la excepción, porque un nuevo estudio sugiere que el satélite es producto de un violento movimiento de astros. Hace unos 4.500 millones de años, un grupo de objetos estelares se precipitaron hacia la Tierra, chocando contra ella y generando los escombros que más tarde darían origen a nuestro satélite. El informe de este estudio fue publicado en la revista Nature Geoscience.
Por algún tiempo se ha sabido que la Luna está hecha, al menos parcialmente, de un impacto que afectó a la Tierra, pero aún se está investigando sobre los detalles de esta colisión. Al principio, los científicos pensaban que nuestro planeta había sido impactado por un gran objeto, como otro planeta. Luego pensaron que se había tratado de un montón de objetos que habrían chocado al mismo tiempo. A medida que se realizaron más estudios, la teoría de un solo impacto volvió a tomar protagonismo y se quedó ahí por décadas.
Otros astrónomos no estuvieron de acuerdo con esta hipótesis. Los autores del nuevo estudio llevaron a cabo cientos de simulaciones y argumentaron que es mucho más probable que la Tierra haya sido golpeada por una serie de objetos diferentes llamados planetesimales. Cada uno de estos impactos repetitivos habría desintegrado una gran cantidad de materia en el planeta (que entonces era muy joven). Esos escombros habrían sido arrastrados hacia la órbita alrededor de la Tierra, organizándose como discos, los que finalmente se convertirían en pequeños cúmulos llamados moonlets (satélites menores). Con el tiempo, estos trozos se unirían para formar una sola roca firme que se quedaría orbitando alrededor de la Tierra.
«Nuestro modelo sugiere que la antigua Tierra alguna vez alojó a una serie de lunas [menores], cada una formada de diferentes colisiones con la proto-Tierra», describe Hagai Peters, un coautor del estudio, en un comunicado. «Es probable que estas moonlets hayan sido eyectadas más tarde, o que hayan chocado con la Tierra, o una con otra, para formar lunas más grandes», agrega.
Perets dice que las moonlets fácilmente pudieron haber cruzado sus órbitas unas con otras, haber chocado y arrastrado hasta unirse para formar nuevos y más grandes objetos. «Una larga serie de estas colisiones entre lunas podría hacer que gradualmente se forme una luna mayor; la que vemos hoy».
Fuente, mental_floss
El Ciudadano