Un amplio estudio científico realizado en Uganda, África, señala que el uso conjunto de antiretrovirales y circuncisión podría reducir el número de infecciones por VIH-Sida.
En el informe, publicado en el New England Journal of Medicine, que ha incluido a 33.937 participantes, se comprueba que el uso de antirretrovirales ha aumentado del 12% en 2006 al 69% en 2016, mientras que la circuncisión de varones ha aumentado del 15% en 1999 al 59% en 2016. Por otro lado, la supresión de la carga viral ha aumentado del 42% en 2009 al 75% en 2016. Los datos han sido calificados como «muy positivos en la prevención del Sida en un país en vías de desarrollo».
El tratamiento antivírico contra el VIH “representa uno de los avances más importantes de la medicina de los últimos 25 años”, advierte el Observatorio de Bioética.
Sin embargo, se añade que “a pesar de su aplicación prolongada, la medicación no logra curar la infección. Así lo demuestran varios hechos: la detección de ADN y ARN víricos en las células de la inmensa mayoría de los pacientes tratados; la posibilidad de rescatar virus con capacidad replicativa a través de la estimulación ex vivo de linfocitos de su sangre; la persistencia de viremia residual (menos de 50 copias de ARN vírico por mililitro de sangre) en una gran parte de los pacientes; la presencia del microorganismo en tejidos linfáticos secundarios a pesar de la medicación; y la reaparición casi universal del virus en la sangre de los que la abandonan”.
Los datos demostrarían entonces que aunque los antirretrovíricos detienen la replicación del VIH, no consiguen “curar” la infección.