La ketamina, comúnmente conocida por su uso como droga recreativa, en los últimos años ha llegado a ser considerada como uno de los mayores avances en el tratamiento psiquiátrico para la depresión severa.
Se ha demostrado que con esta sustancia es posible desterrar pensamientos severos, incluso suicidas, en pacientes cuya depresión es resistente al tratamiento convencional, a menudo cuando se han agotado las demás opciones. Los efectos generados en una sola sesión pueden durar semanas.
Ahora, un estudio en la revista Nature arroja luz sobre cómo la ketamina bloquea la mecánica de los problemas agudos de salud mental, lo que podría abrir el camino hacia una nueva generación de drogas.
Si bien el tratamiento está disponible de forma privada en el Reino Unido, debe ser administrado por un profesional y es el último recurso después del fracaso de otras opciones, porque la droga representa un riesgo potencial de ser abusada recreativamente e inducir un estado psicótico temporal similar a la esquizofrenia.
En comparación con los antidepresivos tradicionales, que pueden tardar días antes de que se observe una mejora en el estado de ánimo, la acción rápida de la ketamina hizo pensar a los científicos que estaba actuando directamente sobre la química cerebral de la depresión.
El equipo de médicos y neurocientíficos de la Universidad de Zhejiang, en China, ha demostrado que la sustancia desactiva un estallido errático de impulsos eléctricos que se activan en las neuronas, en la región del cerebro conocida como la habénula lateral.
«La habenula lateral es como el ‘centro anti recompensa’ en el cerebro», dijo el autor principal del estudio, el profesor Hailan Hu, al diario The Independent.
Cuando este sistema anti recompensa se activa, actúa contra los neurotransmisores clave en la estimulación el estado de ánimo, la dopamina y la serotonina.
«La habénula lateral inhibe ambos centros de recompensa», explica Hailan Hu. «Entonces, cuando entra en modo estallido, la supresión se vuelve mucho más fuerte. Es como una ametralladora en comparación con un solo disparo», agrega.
Si bien en la última década se ha llegado a pensar que la habénula es un importante impulsor de los estados de ánimo negativos, que afectan la depresión, las causas han sido difíciles de demostrar.
El equipo del profesor Hu ha estado examinando esta región durante varios años, usando ratas para observar las diferencias en los cerebros deprimidos y normales, y había identificado patrones de actividad eléctrica irregular que podrían estar jugando un papel.
Pero el descubrimiento de que este rápido «disparo de ametralladora» de impulsos eléctricos en la habénula era interrumpido por la ketamina, fue algo fortuito.
«En experimentos anteriores, habíamos administrado la ketamina en el cuerpo de manera general, por lo que no sabíamos qué región del cerebro se estaba viendo afectada», dijo el profesor Hu. «Este estudio lo inyectamos directamente en la habénula lateral y nos sorprendimos al descubrir que era suficiente actuar solo sobre esta área localizada para tener un efecto antidepresivo muy rápido», agregó.
Esto fue similar al alivio rápido de los síntomas observados en pacientes humanos y sugiere que, en gran parte, los notables efectos de la ketamina se derivan de esta área.
Con más experimentos, los investigadores pudieron mostrar que un grupo de receptores (los NMDAR) están causando estas señales, los que pueden ser bloqueados por la ketamina.
En un análisis de los hallazgos, también publicado en Nature, el Dr. Paul Kenny, profesor de neurociencia en la Escuela de Medicina Icahn en Mount Sinai, Nueva York, dijo que los resultados fueron «sorprendentes».
«Este conocimiento podría facilitar el desarrollo de antidepresivos de próxima generación relacionados con la ketamina, que se dirijan específicamente a la actividad de la habénula lateral y que podrían eliminar dos de sus efectos secundarios importantes: su potencial de abuso y la inducción de un estado psicótico transitorio».
El Ciudadano