Tras más de 70 años desde que el Ejército de EE.UU. inició ensayos nucleares en el anillo de islas conocido como atolón Bikini, donde se totalizaron 67 ensayos entre los años de 1946 y 1958, investigadores de la Universidad de Stanford, EE.UU., se sorprendieron al descubrir abundante vida marina aparentemente prosperando en cráteres radiactivos de la isla. Ese territorio fue declarado un desierto nuclear después de las pruebas de bombas 7.000 veces más potentes que la lanzada sobre Hiroshima, según informa la casa de altos estudios.
Los científicos están estudiando cómo la exposición a la reactividad por un largo periodo ha afectado a los corales que crecen sin desarrollar cáncer. «La terrible historia del atolón Bikini irónicamente podría ayudar a las personas a vivir más tiempo», afirmó Stephen Palumbi, profesor de ciencia marina de la Universidad de Stanford.
Palumbi sostiene que es importante entender cómo los corales recolonizaron los cráteres formados por los impactos nucleares, ya que se podría descubrir algo nuevo con el objetivo de «mantener el ADN intacto».
Los humanos y otros animales expuestos a radiación frecuentemente desarrollan mutaciones que pueden resultar en la aparición de cáncer. Sin embargo, «los corales del atolón Bikini parecen poseer una fuerte capacidad de resistencia a los altos niveles de radiación que se presentan en la zona», agregaron los investigadores.
Este equipo de científicos apunta a comprender cómo el ecosistema marino más amplio del atolón continúa prosperando en términos de biodiversidad ante su exposición a la radiación. Para responder a esta cuestión, los científicos decidieron investigar a una especie de cangrejo que se alimenta de cocos que contienen isotopos radiactivos para compararlo con muestras recolectadas antes de los bombardeos.
En ese sentido, Elona López, integrante del equipo de investigación, señala que «debemos aprender todo lo que podamos de este caso, incluso cosas que nunca habríamos pensado».
FUENTE: RT