Venus es el planeta gemelo de la Tierra, sin embargo, a pesar de ser un planeta parecido en términos de masa y tamaño, Venus es una olla hirviendo a presión nociva, con temperaturas de superficie que pueden derretir plomo. Además, su terreno está cubierto de nubes perpetuas de ácido sulfúrico, dado esto, se ha realizado decenas de visitas de naves espaciales pero nadie sabe realmente de qué tipo son las rocas de la superficie de Venus.
Pronto esto cambiará, gracias a los hallazgos hechos por un laboratorio de hornos en Alemania. Jörn Helbert en el Instituto DLR de Investigación Planetaria han usado sus resultados para hacer el primer estudio análogo de la superficie de Venus. Los resultados podrían ayudar a explicar cómo el gemelo de la Tierra se volvió tan dañino.
“Queremos viajar en el tiempo y decir cuáles fueron los pasos evolucionarios de Venus. Donde se divergió y cuando se volvió en Venus, en vez de la Tierra?” expresó Helbert.
Hay algunas maneras de mirar a través del velo de Venus. Por ejemplo, mapas orbitales realizados con radar pueden ver mediante la capa de nubes y muestran que nuestro planeta vecino se compone principalmente de llanuras volcánicas donde la lava anteriormente fluyó una vez y luego se enfrió. En la Tierra, esas corrientes generalmente dejan detrás las rocas basálticas. En las muestras de los módulos de aterrizaje de la era soviética se detectó basalto en el suelo, alrededor de los lugares de aterrizaje en Venus, lo cual sugiere que lo mismo es cierto en Venus. Pero ellos no podían detectar lo que existe más allá.
Recientemente, un instrumento de detección de atmósferas en la nave espacial Venus Express, VIRTIS (espectrómetro de imagen térmica visible e infrarrojo), creó un mapa aproximado del hemisferio sur. Las rocas de Venus brillan con luz infrarroja, emitiendo espectros en función de su composición. Helbert quería utilizar esos datos para desentrañar los minerales que conforman la superficie.
Pero había un problema. Los científicos conocen los espectros de las rocas a temperaturas de la Tierra, pero Venus es un abrasador de 460°C. Así que los investigadores construyeron una cámara de calefacción eléctrica especial para interpretar los datos de Venus Express.
“Es un poco como una estufa eléctrica de la cocina, pero con mucha más potencia,” explicó Helbert. El equipo cocinó una amplia gama de rocas, incluyendo basalto, anortosita y hematita e igualó los espectros resultantes con los datos de VIRTIS.
Los resultados sugieren que las superficies más antiguas de Venus podrían estar hechos de granito, que en la Tierra se forma a través de la actividad tectónica. Eso podría significar que Venus una vez estuvo separado en continentes. Muchos geólogos creen que la actividad tectónica requiere la presencia de agua, lo que podría significar que Venus tuvo océanos y podría haber alojado vida.
“Este tipo de datos […] ofrece una fantástica manera de asomarse a la superficie desde la órbita, para que podamos hacer estudios de mineralogía real desde la órbita como un geólogo real», señaló Thomas Widemann en el Observatorio de París en Francia.
Widemann trabaja con Helbert para construir un instrumento específico para escanear composiciones orbitales y el dispositivo podría volar con una misión futura a Venus.
Fuente: NewScientist