Investigadores italianos presentaron una nueva mano robótica que, según dicen, permite a los usuarios agarrar objetos de forma más natural y presenta un diseño que reducirá significativamente el precio.
La mano robótica de Hennes tiene un diseño mecánico más simple en comparación con otras prótesis mioeléctricas, caracterizadas por sensores que reaccionan a las señales eléctricas del cerebro a los músculos, dijo el investigador Lorenzo De Michieli.
Él ayudó a desarrollar la mano en un laboratorio respaldado por el Instituto Italiano de Tecnología y el centro protésico de compensación al trabajador, Inail, reseñó una nota del portal Nuevo Día.
El Hennes solo tiene un motor que controla los cinco dedos, lo que lo hace más liviano, más económico y más capaz de adaptarse a la forma de los objetos.
«Esto puede considerarse de bajo costo porque llevamos al mínimo la complejidad mecánica para lograr, al mismo tiempo, un agarre muy efectivo y un comportamiento muy eficaz de la prótesis», dijo De Michieli. «Maximizamos la efectividad de las prótesis y minimizamos la complejidad mecánica».
Está previsto llevarlo al mercado en Europa el próximo año con un precio aproximado de 10.000 euros ($ 11,900), 30 por ciento por debajo de los precios actuales del mercado.
Arun Jayaraman, un investigador protésico robótico en el laboratorio Shirley Ryan Ability en Chicago, dijo que el diseño más liviano podría ayudar a superar la resistencia de los usuarios a las manos mioeléctricas, que hasta ahora han sido demasiado pesadas para algunos pacientes.
Los investigadores italianos dicen que el Hennes pesa casi lo mismo que una mano humana.
En Estados Unidos, muchos amputados prefieren la prótesis de gancho mucho más simple, que se conecta mediante un arnés de hombro, porque les permite continuar operando equipos pesados, dijo Jayaraman.
El jubilado italiano Marco Zambelli ha estado probando la mano de Hennes durante los últimos tres años. Perdió la mano en un accidente laboral cuando todavía era un adolescente y ha usado una variedad de prótesis a lo largo de los años.
«Conducir, por ejemplo, no es un problema», dijo Zambelli, de 64 años, quien también aprendió a usar un cuchillo de mesa. «Creo que a cualquiera que no esté mirando con ojo experto le resultará difícil detectar que es una mano artificial», añadió.
Una decena de laboratorios en todo el mundo tratan de mejorar la prótesis mioeléctrica, algunos centrándose en el tacto, otros en mejorar la forma en que el sistema nervioso se comunica con la prótesis.
El costo sigue siendo una barrera para las extremidades protésicas avanzadas, así como el hecho de que los sistemas motorizados más complejos tienden a ser «pesados y frágiles. También son difíciles de controlar», dijo Robert Gaunt, profesor asistente de rehabilitación de la Universidad de Pittsburgh.