La clonación da origen a un debate muy complejo entre la ética y la ciencia en el que han participado científicos y ciudadanos de todo el mundo. Desde las primeras noticias importantes sobre clonación que llegaron con la oveja Dolly hasta la actualidad han sido desarrolladas muchas investigaciones y proyectos destinados a estudiar esta técnica con el objetivo último de llegar a dominarla.
La novedad ahora es que un laboratorio en Corea del Sur llamado Sooam ha empezado a comercializar con la clonación, ofreciendo -a cambio de una gran cantidad de dinero- la opción a sus clientes de clonar a las mascotas antes de que éstas les abandonen.
Sooam lleva desde el año 2006 experimentando con perros la misma técnica que se utilizó para clonar a la oveja más conocida del mundo, la oveja Dolly. El procedimiento -a grandes rasgos- consiste en tomar una muestra de células de la mascota, detener su crecimiento, extraer la información genética del ADN e inyectarlo en un grupo de células sin núcleo y, por lo tanto, sin ADN propio. Tras este proceso, el laboratorio comprueba que las células creadas son funcionales y si lo son, éstas se implantan dentro del animal que hará las veces de madre de la nueva especie clonada.
El responsable de este polémico negocio se llama Hwang Woo-Suk y advierte a sus clientes de que aunque la clonación se lleve a cabo con éxito, el ánimal resultante nunca será exactamente igual que el animal original. A pesar de que compartan la misma información genética, los dos animales pueden tener un color distinto o un tamaño diferente.
Además, Woo-Suk no puede asegurar que los animales clonados no desarrollen patologías graves de nacimiento, como lo ocurrido con la oveja Dolly, que desarrolló artritis prematura y tuvo que ser sacrificada debido a una enfermedad progresiva pulmonar cuando sólo había vivido seis de los doce años que tiene de esperanza de vida esa especie de oveja.
El precio que el laboratorio ha puesto para llevar a cabo esta técnica cuestionada por los muchos conflictos éticos que plantea, es de 100 mil dólares. Sesenta y dos millones de pesos por clonar a una mascota aún a riesgo de que ésta desarrolle importantes patologías y pueda morir, muy problablemente, a los pocos años de nacer. Un nuevo capítulo de la batalla entre la ciencia y la ética.