Al ver el andar patuleco de los pingüinos y su vida en un hábitat tan gélido, puede parecer raro que estas aves inspiren a los ingenieros de la aeronáutica. Pero el ojo no lo han puesto en su modo de desplazamiento, sino en la micro estructura de sus plumas, que tienen unos diminutos canales y una cubierta grasosa que los protege del congelamiento, en una zona del planeta (Antártida) cuyas temperaturas han llegado a alcanzar más de 80°C bajo cero en algunas áreas.
Así lo informó hace poco un detallado análisis de su plumaje en la convención de Boston de la División de Dinámica de Fluidos de la Sociedad estadounidense de Física.
Un equipo de investigación liderado por el ingeniero mecánico aeroespacial Pirouz Kavehpour, de la UCLA, observaron bajo escáner telescópico las plumas del pingüino juanito (Pygoscelis papua, también pingüino papúa o pingüino gentú) y notaron una superficie dentada, llena de poros de tamaño microscópico. Esta rugosidad en las plumas obliga a las diminutas gotas de agua a deslizarse hacia afuera en lugar de quedarse y congelarse. Otra característica que les ayuda a repeler el agua es el aceite emanado por una glándula que los pingüinos tienen cerca de la cola.
Los científicos también encontraron que el pingüino patagónico, que vive en áreas más cálidas que el juanito, no tiene poros en sus plumas y secreta un aceite menos potente; lo que indica que la propiedad en las plumas del pingüino juanito es específicamente para el propósito de evitar congelarse.
Kavehpour tiene expectativas de explotar el sistema de supervivencia de estos pingüinos para diseñar un avión cuyas alas resistan el hielo y el congelamiento.
Traducción, CCV.
Fuente, Science News.