Un estudio único en su clase ha revelado que las operaciones comerciales de pesca ahora cubren el 55% de las aguas del planeta; esto es cuatro veces el área dedicada a la agricultura terrestre. Es una investigación que por fin cumple con la titánica tarea de cuantificar la huella de esta industria, en gran parte insostenible.
Para lograr un mapa de los movimientos de los botes pesqueros, un equipo de científicos marinos recurrió a una nueva fuente de datos recurriendo al trabajo colaborativo de expertos de Google. Así obtuvieron registros de navegación por satélite.
El estudio, publicado en Science, analizó 22 mil millones de mensajes del Sistema de identificación automatizado (AIS) de más de 70.000 barcos de pesca, enviados entre 2012 y 2016. El sistema AIS, desarrollado para ayudar a evitar colisiones, rastrea automáticamente la posición, velocidad y rumbo del barco cada pocos segundos.
Como era de esperar, los puntos álgidos de pesca costera conocidos de Europa, América del Sur, Asia Oriental, el Pacífico Noroeste y África fueron identificados como las regiones con mayor tráfico.
Grandes extensiones del océano abierto también albergaron una gran actividad pesquera. Las flotas de China, España, Taiwán, Japón y Corea del Sur representaron más del 85% de la pesca total documentada en alta mar. Para los esfuerzos de conservación actuales y futuros es crucial determinar qué áreas son objeto de pesca de arrastre, redes y otras formas de recolección y, por otro lado, qué áreas no se ven afectadas.
Según los datos satelitales, algunas áreas en el océano abierto parecen no tener actividad pesquera significativa, sin embargo los autores señalan que este hallazgo probablemente se deba a una conectividad AIS deficiente. Utilizando información de regiones cercanas que sí tienen cobertura satelital, el equipo calculó que el verdadero alcance de la pesca industrial es alrededor del 73%.
Por discordante que parezca este número, en realidad es menor que una estimación previa que señalaba un 95 por ciento. Esto sugiere que grandes áreas podrían ser designadas como reservas marinas protegidas, donde la mermada existencia de alimento marino podría recuperarse sin disminuir el suministro actual. Aunque también es cierto que para algunas regiones puede ser insuficiente y demasiado tarde.
Otra observación interesante del estudio es que la actividad pesquera a menudo se corresponde más con los horarios de los pescadores que con los cambios en el precio o la disponibilidad.
«Encontramos que los patrones globales de pesca tienen una sensibilidad sorprendentemente baja a la variación económica y ambiental a corto plazo y una respuesta fuerte a los eventos culturales y políticos, como las vacaciones y los cierres», escribieron los autores en el estudio.
Lo alentador es que se produce una reducción considerable de la pesca durante la suspensión anual de China, cuya flota pesquera es la más grande y cosecha extensamente desde áreas marinas de todo el mundo.
El Ciudadano, vía IFLScience