Era una de las grandes promesas de la ciencia española. La bióloga Susana González acababa de recibir 1,86 millones de euros de la Comisión Europea para sus punteras investigaciones sobre las enfermedades del corazón. Publicaba sus trabajos en las mejores revistas científicas del mundo y su currículum era brillante. Hasta que todo se torció el 29 de febrero de 2016. Aquel día, su organismo, el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), la despidió de manera fulminante, tras constatar “irregularidades” jamás aclaradas. La UE congeló inmediatamente su millonaria subvención.
El escándalo se eleva ahora un peldaño. La prestigiosa revista Nature ha anunciado la retractación de un dudoso estudio científico publicado por Susana González en 2006, cuando trabajaba en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO). Y el Consejo Europeo de Investigación ha eliminado definitivamente la ayuda de 1,86 millones de euros, según ha confirmado hoy un portavoz a Materia. La polémica salpica a otros investigadores españoles de primera línea, como Manuel Serrano, supervisor del estudio retractado y actualmente en el Instituto de Investigación Biomédica de Barcelona.
El trabajo retirado trataba del INK4/ARF, un complejo de genes relacionado en los seres humanos con la supresión natural del cáncer. Su envergadura era tal que fue citado 64 veces en otros tantos estudios en revistas científicas de primera fila. La revista Nature alerta ahora de que varias imágenes del trabajo aparecen repetidas ilustrando experimentos distintos. La publicación también advierte de que los autores no disponen de los datos brutos para demostrar que aquellos ensayos se hicieron realmente. Todos los coautores han pedido retractar el artículo, excepto una persona. “Susana González no pudo ser localizada”, señala la revista Nature.
«Lamento profundamente lo que ha ocurrido y asumo mi responsabilidad como supervisor y responsable máximo de este trabajo», afirma Manuel Serrano, experto mundial en envejecimiento y uno de los científicos más reputados de España. «Que haya imágenes duplicadas es inaceptable y por eso se retracta el trabajo. Estas duplicaciones pueden haber sido intencionales, pero no se puede descartar que hayan sido errores sin intención de engañar», continúa.
Serrano no habla en ningún momento de fraude. «Que los datos originales no estén es igualmente inaceptable. De nuevo, sin embargo, esto no quiere decir necesariamente que los resultados hayan sido inventados. Son datos de hace 11 años que se pueden haber extraviado», expone.
El CNIO, como hizo antes el CNIC, ha llevado a cabo una investigación interna del caso y muestra «serias dudas sobre la veracidad de varios de los experimentos» presentados por Susana González, al no poder encontrar los datos originales pese a solicitárselos, según fuentes del organismo. El CNIO aplaude la «actitud necesaria y ejemplar» de Serrano al solicitar a Nature la retirada del estudio.
La historia se repite. Es el cuarto estudio de González retractado desde que el investigador Antonio Herrera Merchán, uno de sus antiguos colaboradores, tirase de la manta y denunciase las presuntas irregularidades en enero de 2016. Otras dos personas que trabajaron con González aseguran que tanto en el CNIO como en el CNIC era vox pópuli desde hace muchos años que la bióloga “fabricaba” sus resultados.
El 8 de marzo, la revista Nature Communications retractó un estudio de González que proclamaba una asombrosa recuperación en ratones con una insuficiencia cardiaca común en humanos. El mismo día, la misma revista retractaba otro trabajo de González sobre las células madre formadoras de sangre. Y un mes antes otra revista especializada, Cell Cycle, retiraba otra investigación de la bióloga. En todos los casos, aparecían imágenes duplicadas y no había pruebas de que los experimentos se hicieran realmente. La cuarta retractación de hoy es el mayor varapalo, al venir de una de las mejores revistas científicas del mundo, Nature.
«Ante una sospecha de fraude, todos deberíamos alertar a los supervisores o a los responsables superiores. A mi nunca me alertó nadie de que alguien estuviera generando datos falsos», asegura Serrano. «Yo, de entrada, confío en todos los miembros de mi equipo. La confianza es la base del trabajo en equipo y siempre confié en Susana, que llegó a mi laboratorio precedida de un brillante currículum, con excelentes cartas de recomendación de prestigiosos científicos», añade el investigador.
Entre las fuentes consultadas nadie duda de la integridad de Serrano. «Es un científico honesto, original, imaginativo y pionero en muchas cosas, que no merece la sombra de la duda», defiende Manuel Collado, un biólogo molecular del Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago de Compostela que trabajó con Serrano hasta hace cinco años.
Susana González sigue defendiendo su inocencia en los tribunales, de momento sin éxito. En enero, el Juzgado de lo Social número 5 de Madrid desestimó una demanda presentada por la investigadora y declaró procedente su despido del CNIC. La bióloga ha recurrido la sentencia, según fuentes del organismo, y no quiere comentar nada con este diario.
Tras su despido, González recuperó su plaza fija de científica titular en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Desde mayo, tras una larga “baja laboral médica”, trabaja en la Vicepresidencia de Investigación Científica y Técnica, dependiente del presidente del CSIC, Emilio Lora-Tamayo, según fuentes del organismo.