Hace 66 millones de años, el impacto de un meteorito en la superficie de la Tierra transformó al ambiente planetario. El llamado evento de extinción Cretácico-Paleógeno (K-Pg) erradicó al menos el 75% de todas las especies que habitaban, incluyendo a los dinosaurios. Sin embargo, hasta ahora, había sido un misterio como este cataclismo afectó a las plantas con flores, conocidas científicamente como angiospermas.
En busca de respuestas, investigadores de la Universidad de Bath en el Reino Unido y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) realizaron un estudio que sugiere que estas plantas escaparon relativamente ilesas de la extinción masiva, y de hecho, esta catástrofe les ayudó a que se convirtieran en el tipo de planta dominante que son hoy en día.
¿Qué se hizo?
Los llamados árboles filogenéticos, también conocidos como árboles de la vida o árboles evolutivos, son representaciones de las relaciones evolutivas entre diferentes especies o grupos de organismos. Estos árboles muestran cómo se cree que las especies o grupos están relacionados entre sí en términos de ascendencia común y divergencia evolutiva a lo largo del tiempo.
Debido a que el registro fósil de plantas es relativamente escaso en comparación con el de los animales, esto ha dificultado la comprensión de la evolución de las plantas a partir de este tipo de evidencia. Para superar esta limitación, los investigadores utilizaron árboles evolutivos construidos a partir de mutaciones en las secuencias de ADN de hasta 73,000 especies vivas de plantas con flores, conocidas como angiospermas. Utilizando métodos estadísticos, aplicaron modelos de «nacimiento-muerte» para estimar las tasas de extinción a lo largo del tiempo geológico.
Aunque el registro fósil muestra que muchas especies de plantas con flores desaparecieron durante la extinción K-Pg, las líneas evolutivas a las que pertenecían, como familias y órdenes, sobrevivieron lo suficiente como para florecer y luego dominar. De las aproximadamente 400,000 especies de plantas que existen hoy en día en la Tierra, cerca de 300,000 son plantas con flores.
¿Qué conclusiones obtuvieron?
Los investigadores elaboraron un reloj molecular, que en el contexto de la biología evolutiva y la genética molecular, es una herramienta o método que se utiliza para estimar el tiempo transcurrido desde que dos especies comparten un ancestro común o desde que ocurrió un evento evolutivo importante, como una divergencia entre dos linajes genéticos. Estos relojes moleculares se basan en la idea de que las tasas de cambio en las secuencias de ADN (o en otros componentes moleculares) son relativamente constantes a lo largo del tiempo, lo que permite hacer estimaciones sobre cuándo ocurrieron eventos evolutivos.
La evidencia del reloj molecular que obtuvieron los investigadores sugiere que la gran mayoría de las familias de angiospermas que existen en la actualidad ya estaban presentes antes del evento K-Pg.
Esto significa que especies que incluyen a los ancestros de orquídeas, magnolias y menta compartieron la Tierra con los dinosaurios, sobrevivieron a la extinción y prosperaron en su estela.
El doctor Santiago Ramírez Barahona, del Instituto de Biología de la UNAM, quien participó en el estudio, comentó: “El estudio nos habla un poco de la resiliencia de las angiospermas, y de cómo estos eventos cataclísmicos pueden o no llevar a la reestructuración ecológica de los ecosistemas; antes del meteorito, los ecosistemas eran muy distintos, los que tenemos hoy día se desarrollaron recientemente, por decirlo en términos relativos.”
Este estudio ofrece una fascinante visión de cómo las plantas con flores, un grupo botánico aparentemente frágil, lograron recuperarse y florecer después de uno de los eventos más catastróficos en la historia de nuestro planeta. Además, subraya la importancia de comprender la historia de la vida en la Tierra y cómo los eventos pasados pueden tener un impacto duradero en la biodiversidad actual.
Los hallazgos de este estudio, titulado No hay evidencia filogenética de la extinción masiva de angiospermas en el límite Cretácico-Paleogénico (K-Pg), publicados en la revista de revisión por pares Biology Letters de la Royal Society, desafían nuestras concepciones anteriores sobre cómo la vida en la Tierra ha evolucionado a lo largo de los milenios y nos recuerdan la tenacidad y resiliencia de la naturaleza en su búsqueda por sobrevivir y prosperar.
Foto: Twitter
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