Aprender un idioma de forma instantánea o vivir la vida de otra persona son posibilidades de la ciencia ficción, pero según Bryan Johnson, CEO de Kernel, en las próximas décadas, es probable que actividades como estas se conviertan en hechos científicos mediante el uso de sofisticadas interfaces cerebro-computacionales.
Hace unas semanas, Johnson dio una conferencia magistral en la Web Summit, en Lisboa, donde describió el trabajo que su compañía espera lograr, con objetivos extremadamente ambiciosos. Mediante el uso de chips, espera que podamos defendernos de las enfermedades degenerativas y gestionar la salud mental, así como construir una sociedad más justa donde todos podamos acceder a las habilidades y el conocimiento, no solo unos pocos privilegiados –o al menos todos los que accedan a uno de estos chips.
En la conferencia de apertura, el emprendedor e inversionista describió cómo el aumento de la inteligencia artificial está poniendo en riesgo a los seres humanos y cómo debemos ser capaces de superar los desafíos que plantea la tecnología y el mundo cambiante. Su solución es comprender mejor nuestro cerebro y aprender a mejorarlo.
«La clave para ser tan adaptable es construir una herramienta base de tecnologías y hacer intervención cognitiva. En resumen, vendrá una revolución a una escala que nunca hemos visto. Va a estar a la vuelta de la esquina en 15 a 20 años «, dijo Johnson en la apertura.
La idea de tener un implante en el cerebro puede ser atemorizante, pero esta clase de instrumento ya está en uso. Los implantes cocleares han ayudado a las personas con graves problemas auditivos a obtener una sensación de sonido durante décadas y los implantes de estimulación cerebral profunda se han utilizado con éxito para tratar afecciones como el Parkinson.
Johnson se centró principalmente en por qué sería necesario hacer esto, pero el cómo sigue siendo un problema que requiere trabajo. Hay una diferencia en el modo de funcionamiento entre los implantes actuales y lo que Johnson visualiza. Los implantes actuales son en cierto modo instrumentos que hacen el trabajo directamente.
La neurociencia ha avanzado rápidamente en el último siglo y, especialmente, en la última década, sin embargo apenas podemos entender el lenguaje de los cerebros, por lo que llegar a editarlo es una meta más lejana.
Johnson es consciente de esto, pero no está desmotivado. «La neurotecnología y la neurociencia son increíblemente difíciles. Requieren grandes capitales, no hemos logrado avances fundamentales en la comprensión científica y nuestro conjunto de herramientas no es tan bueno», había dicho en una charla anterior.
«Estoy haciendo esto porque creo que desbloquear el cerebro y aprender a leer y escribir nuestro código neuronal es la aventura más consecuente y emocionante en la historia de la raza humana», explica el innovador.
Johnson podría estar en lo cierto con respecto a este tema y, si es así, los chips cerebrales podrían llegar a ser una realidad incluso antes que la fusión nuclear, que está a unos 20 años.
El Ciudadano, vía IFLScience