Nuestro cerebro se desarrolló para tener un tamaño más grande que el de los chimpancés, bonobos y gorilas –nuestros parientes cercanos. Pero el tamaño por sí solo no explica las funciones que lo hacen único.
La revista Science publicó el artículo sobre un análisis de tejidos cerebrales de humanos, chimpancés y macacos, donde los autores exponen que el cerebro humano no es solo una versión más grande de su antecesor, sino que además es un sistema con una variedad de diferencias funcionales, lo que lo convierte en el órgano que nos da la identidad de especie por excelencia, publica Sinc. Este desarrollo es una evolución que tomó poco más de un millón de años.
«Los cerebros humanos tienen muchas más células que las de los otros primates, y estas están más interconectadas. Por eso tienen más capacidad de procesamiento», explica Tomàs Marquès-Bonet, coautor del estudio y profesor de investigación ICREA en la Universitat Pompeu Fabra (UPF) y del Instituto de Biología Evolutiva (IBE).
Las expresiones génicas estudiadas en todas las regiones del cerebro son sorprendentemente similares entre las especies de primates. Esto se observó incluso en el córtex prefrontal, la región que se hace cargo del aprendizaje de orden superior, el que más distingue a los humanos de los simios.
En cambio se detectó una expresión génica más específica en el estriado del cerebro humano, un área asociada al movimiento que podría estar vinculada con la bipedación (desplazamiento en dos patas).
André M. M. Sousa y Ying Zhu (investigadores del laboratorio de Sestan y principales autores), se centraron en el gen TH, relacionado con la producción de dopamina, el neurotransmisor clave en las funciones cerebrales superiores, y que está ausente en las personas con enfermedad de Parkinson.
Los investigadores observaron que en humanos el gen se expresaba mucho en una rara población de neuronas inhibidoras del neocórtex y del estriado, pero no aparecía en el neocórtex del cerebro humano. Sousa piensa que «muy probablemente la expresión de este gen en el neocórtex se perdió en un antepasado común y reapareció en el linaje humano».
También hallaron que, en comparación con los primates estudiados, en la corteza prefrontal de los humanos había altos niveles de expresión del gen MET, vinculado con el trastorno del espectro autista.
El Ciudadano, vía Sinc