Un nuevo estudio dirigido por paleoantropólogos reveló que la especie de Lucy (Australopithecus afarensis) tenía un cerebro similar al de un simio.
Lucy, uno de los ejemplares más famosos e importantes en el árbol de la evolución humana, es el conjunto de fragmentos óseos pertenecientes al esqueleto de un homínido de la especie de 3,2 a 3,5 millones de años de antigüedad, descubierto en 1974 a 159 km de Adís Abeba, Etiopía.
El estudio fue realizado por el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, en Alemania, explicando que el crecimiento cerebral prolongado de este ejemplar sugiere que, como es el caso en los humanos, los bebés pueden haber tenido una larga dependencia de los cuidadores.
Los paleoantropólogos Philipp Gunz y Simon Neubauer y Zeresenay Alemseged aseguran que Lucy y su especie proporcionan evidencia importante sobre el comportamiento temprano de los homínidos: Caminaban erguidos, tenían cerebros que eran alrededor de un 20 por ciento más grandes que los de los chimpancés, y pueden haber usado herramientas afiladas de piedra.
«Nuestros nuevos resultados muestran cómo se desarrollaron sus cerebros y cómo se organizaron», afirmó Alemseged.
El linaje humano
La especie Australopithecus afarensis habitó en África Oriental hace más de tres millones de años, y ocupa una posición clave en el árbol genealógico de los homínidos, ya que es ampliamente aceptado que es ancestral de todos los homínidos posteriores, incluido el linaje humano.
En esta ocasión, los investigadores escanearon el cráneo fósil utilizando una microtomografía de sincrotrón en la Instalación Europea de Radiación de Sincrotrón (ESRF) en Grenoble, Francia.
Tras varios años de minuciosa reconstrucción fósil, y el recuento de líneas de crecimiento dental, produjeron una huella cerebral excepcionalmente preservada del ejemplar, una edad precisa al momento de la muerte, nuevas estimaciones de volumen endocraneal y características endocraneales previamente no detectadas de fósiles conocidos de Australopithecus.
Contrariamente a las afirmaciones anteriores, las huellas endocraneales de Australopithecus afarensis revelan una organización cerebral similar a un simio, y ninguna característica derivada hacia los humanos.
Sin embargo, una comparación de los volúmenes endocraneales de lactantes y adultos indica un crecimiento cerebral más prolongado similar al humano en Australopithecus afarensis, probablemente crítico para la evolución de un largo período de aprendizaje infantil en homínidos.
«Después de siete años de trabajo, finalmente tuvimos todas las piezas del rompecabezas para estudiar la evolución del crecimiento cerebral», dice el autor principal Philipp Gunz.
Precisión antropológica
Los autores del estudio manifiestan que luego de los respectivos análisis se determinó la edad de la muerte y su volumen endocraneal, los volúmenes endocraneales y se preservaron fósiles de Australopithecus afarensis adultos y datos comparativos de más de 1.600 humanos y chimpancés modernos.
Señalan que el ritmo de desarrollo dental del ejemplar fue ampliamente comparable al de los chimpancés y, por lo tanto, más rápido que en los humanos modernos.
Sin embargo, dado que los cerebros de los adultos de Australopithecus afarensis eran aproximadamente un 20 por ciento más grandes que los de los chimpancés, el pequeño volumen endocraneal de ejemplar estudiado sugiere un período prolongado de desarrollo cerebral en relación con los chimpancés.
«Incluso una comparación conservadora del bebé Dikika con adultos de estatura pequeña y cerebro pequeño como Lucy, sugiere que el crecimiento cerebral en Australopithecus afarensis fue prolongado como en los humanos de hoy», explicó Simon Neubauer.
«Nuestros datos muestran que Australopithecus afarensis tenía una organización cerebral similar a un simio, pero sugiere que estos cerebros se desarrollaron durante un período de tiempo más largo que en los chimpancés», concluyó Philipp Gunz.
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