Una colección de restos de humanos momificados, encontrados en el norte de Chile a principios del siglo XX, se está convirtiendo en un limo negro por causa del aumento de la humedad ambiental. La situación es complicada y los investigadores no cuentan con los recursos adecuados para detener este deterioro.
Son más de 100 momias que tienen al menos 7.000 años de antigüedad y que ahora empezaron a volverse viscosas. Sergio Medina Parra, antropólogo de la Universidad de Tarapacá, en Arica, está postulando a la agencia cultural de la Naciones Unidas, UNESCO, para que se reconozca a las momias de la cultura Chinchorro como Patrimonio de la Humanidad, informa Reuters.
Obtener la aprobación no salvará automáticamente a las momias, pero los investigadores esperan que incrementar la atención de la comunidad internacional sobre ellas, pueda ayudarles a encontrar soluciones para detener la pérdida.
El material que invade a las momias parece ser el resultado de colonias de bacterias que están proliferando en la piel momificada.
«La postulación no es un fin en sí misma, sino el comienzo de un proceso por mejorar las herramientas de conservación, con el Estado chileno y la comunidad internacional», explicó Sergio Medina a Reuters.
Desde principios del siglo XX, se ha descubierto casi 300 momias de humanos a lo largo de la costa del sur de Perú y el norte de Chile. Éstas incluyen adultos, niños, bebés y fetos.
Las momias Chinchorro son las más antiguas descubiertas hasta ahora en el mundo. Su elaboración fue producto de un grupo de cazadores-recolectores conocidos como Cultura Chinchorro, quienes momificaban a sus muertos aproximadamente 2.000 años antes de que los antiguos egipcios comenzaran a conservar a sus faraones, informa Science Alert.
Mientras los egipcios reservaban la momificación para la nobleza, los chinchorros lo hacían con todos sus muertos, sin diferencias. Esto sugiere que mantenían una sociedad igualitaria.
«Las momias chinchorro no estaban restringidas a las muertes de las clases altas. Esta comunidad
Bernardo Arriaza, también de la Universidad de Tarapacá, sospecha que las aguas contaminadas en el área cercana a los volcanes pudo haber iniciado la costumbre de la momificación, porque los investigadores han encontrado arsénico en los tejidos de las momias.
«El envenenamiento por arsénico puede llevar a una gran cantidad de embarazos interrumpidos y mortandad infantil, y el duelo sobre estas muertes pudo haber llevado a esta comunidad a empezara preservar estos pequeños cuerpos, dice Arriaza a Los Angeles Times. «Las momificaciones pudieron haber empezado con los fetos y haberse desarrollado para incluir a los adultos. Las momias más antiguas que hemos encontrado son de infantes», agrega.
La razón por la que las momias se han preservado tan bien es que estuvieron enterradas por miles de años bajo las arenas secas del desierto de Atacama, donde hay algunas partes del suelo que no han sido tocadas por la lluvia en más de 400 años.
Durante el último siglo, con las excavaciones científicas, las momias han sido trasladadas a los centros locales de conservación, pero a principios del año pasado se empezaron a deteriorar y los investigadores chilenos obtuvieron colaboración de la Universidad de Harvard.
«Sabíamos que las momias se estaban degradando pero nadie entendía por qué», explicó el biólogo de Harvard, Ralph Mitchell, en 2015. «Este tipo de degradación nunca se ha estudiado antes».
El análisis de la muestras de tejido de las momias reveló que estaban llenas de bacterias, pero no bacterias antiguas, sino del tipo que normalmente se encuentra en la piel humana, pero que en el caso de las momias, están acelerando el proceso de degradación de una forma dramática.
«Tan pronto como aparecieron la temperatura y la humedad justa, [las bacterias] empezaron a usar la piel como nutrientes», dijo Mitchell a Live Science, explicando que para poder salvar a estas reliquias históricas, los investigadores deben poder mantener las condiciones adecuadas de temperatura y humedad; de lo contrario, «los microorganismos nativos se las van a devorar».
Aún no se sabe si la postulación a la UNESCO será aprobada, pero la ayuda que los científicos chilenos necesitan es urgente para mantener la seguridad de esta valiosa herencia tangible de la Cultura Chinchorro.
El Ciudadano