Aparte de las alucinaciones algo pesadillescas, como ver a su vecino convertirse en una bruja, a sus muebles comportarse de manera amenazante o batallar por salvar a su ego del colapso, el Dr. Albert Hofmann parecía haber disfrutado su primer viaje en LSD.
Ahora, 75 años después de que el químico suizo probara en sí mismo los efectos de su invención psicodélica, los científicos han descubierto nuevos detalles de la manera en que esta droga opera en el cerebro.
Los experimentos con voluntarios sanos muestran que menos de la mitad de la dosis que dejó a Hofmann en otro planeta (mientras se acurrucaba en su sofá), hace que una persona pueda regresar a la sensación de autodesintegración.
Investigadores de la Universidad de Zurich, Suiza, dieron a los participantes 100 microgramos de LSD -en comparación con los 250 microgramos que tomó Hofmann en 1943- y descubrieron que en interacciones sociales -con avatares informáticos-, la droga disminuyó el tipo de actividad cerebral que hace que las personas se distingan de los demás.
«Nuestra interpretación es que el LSD reduce la sensación de estar integrado consigo mismo [individualmente]», dijo Katrin Preller, una psicóloga que trabajó en el estudio. «En este caso particular, la droga disuelve el límite entre lo que eres y lo que es otra persona», explicó.
La disolución del ego (o ‘sí mismo’), derriba el sentido de dónde termina una persona y comienza otra y sustenta la experiencia que algunos usuarios de LSD relatan como «sentirse uno con el cosmos».
Preller y sus colegas estudian el LSD (dietilamida de ácido lisérgico o simplemente ‘ácido’) para aprender cómo el cerebro crea una sensación del sí mismo. Al comprender el misterio esperan diseñar nuevos tratamientos para dolencias psiquiátricas como la depresión y la esquizofrenia, donde el sentido del yo puede distorsionarse.
«Actualmente no tenemos ningún medicamento que funcione para mejorar los déficits sociales en los trastornos psiquiátricos», dijo, «y una de las razones es que no tenemos una comprensión real de cómo funciona la interacción social en el cerebro».
Los científicos reclutaron a 24 personas para el estudio. Mientras que a algunos se les dio LSD, otros recibieron un placebo. A una cantidad se les dio LSD más ketanserina, un fármaco que bloquea el receptor en el cerebro donde actúa el LSD. Los que tomaron solo LSD informaron varias experiencias, como desencarnación, un mayor sentido de unidad y alucinaciones visuales.
Para el estudio, los voluntarios se sometieron a escáner cerebral y participaron en interacciones sociales virtuales. Tenían que hacer contacto visual con un avatar en un computador y luego dirigir o seguir su mirada hacia un objeto en la pantalla. De vez en cuando, el avatar miraba en el sentido equivocado. En otras ocasiones, cuando era el turno del avatar de dirigir la mirada, al paciente se le indicaba que mirara en la dirección opuesta.
Las partes del cerebro involucradas en crear un sentido del yo se volvieron más activas cuando las personas tomaban la delantera en las interacciones con el computador y cuando se veían del mismo modo que el avatar. Pero cuando tomaban LSD, esta diferencia en la actividad cerebral era mucho menos obvia, según un informe en Journal of Neuroscience.
El trabajo refuerza la investigación que sugiere que los medicamentos dirigidos a las mismas redes cerebrales que el LSD, podrían ayudar a los pacientes con una variedad de trastornos mentales.
Anil Seth, neurocientífico cognitivo de la Universidad de Sussex, Inglaterra, que ha trabajado en los efectos de la droga, elogió el estudio y destacó lo «desafiante» que es hacer que las personas en LSD realicen tareas mientras están acostadas en un escáner cerebral. «Este es un excelente ejemplo de cómo la combinación de múltiples métodos de farmacología, imágenes cerebrales y ciencia cognitiva puede crear un puente entre los sistemas de neurotransmisores y los cambios en el ‘yo social'», dijo.
«Dado que los cambios de este tipo son característicos de muchas afecciones psiquiátricas, este estudio abre nuevas oportunidades para tratamientos de enfermedades como depresión y esquizofrenia», agregó Seth.
Robin Carhart-Harris, jefe de investigación psicodélica en el Imperial College de Londres, dijo que el documento es una «contribución importante para nuestra comprensión de cómo funcionan los compuestos psicodélicos como el LSD en el cerebro humano».
«El resultado parece respaldar la opinión de que una red cerebral importante, vinculada a nuestro sentido del yo o ego, se ve particularmente afectada por los psicodélicos«, dijo, «lo que puede explicar por qué son capaces de alterar la conciencia tan profundamente».
El Ciudadano, vía The Guardian